Visión A Color

Un mundo sin color sería tristemente limitados porque el color –los rojos vivos, los amarillos encendidos y reposados verdes- es una parte crucial de nuestra experiencia visual.

Existen pocas personas que son totalmente ciegos al color; experimentan el mundo en tonos distintos de blanco, negro y gris.

Existen 2 teorías importantes que pretenden explicar nuestro rico sentido del color:

Teoría tricomática: sugiere que poseemos tres tipos diferentes de conos en la retina, cada uno de los cuales tiene una sensibilidad máxima, aunque no exclusiva a un rango particular de longitud de onda de la luz, un rango que corresponde aproximadamente al azul (450-500 nanómetros), verde (500-570 nanómetros) o al rojo (620-700 nanómetros).

De acuerdo con la teoría tricomática nuestra capacidad para percibir los colores resulta de la acción conjunta de los tres tipos de receptores, de modo que la luz de una longitud de onda particular produce estimulación diferencial de cada tipo de receptor. Esta sensibilidad diferencial puede deberse a los genes más que a conos diferentes para producir pigmentos sensibles al azul, verde o rojo.

Sin embargo no logra explicar ciertos aspectos de la visión cromática, como la ocurrencia de postimágnes negativas, sensaciones de colores complementarios que se prestan después de que fijamos la vista en un estímulo de un color dado.

Teoría del proceso oponente: sugiere que poseemos seis tipos de células que participan en las sensaciones de color. Dos de ellas manejan los rojos y verdes: una estimulada por la luz roja e inhibida por la verde, mientras que la otra es estimulada por la luz verde e inhibida por la roja.

Dos tipos adicionales de células manejan el amarillo y el azul; unos es estimulado por el amarillo e inhibido por el azul mientras que el otro muestra el patrón opuesto. Los dos tipos restantes manejan el negro y el blanco, también a la manera del proceso oponente.

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