Influencia de la Narcocultura en jóvenes en Sinaloa
Enviado por lucero zuñiga pereyda • 26 de Septiembre de 2023 • Documentos de Investigación • 3.245 Palabras (13 Páginas) • 62 Visitas
Justificación:
Elegí este tema porque me sorprendió el alcance que puede tener la narcocultura en el país completamente ya que muchas veces me ha tocado presenciar y observar comportamientos que normalizan al narcotráfico, se hace ver como algo importante, interesante, algo con el cual puedes ganar dinero demasiado rápido y de una forma fácil, a esto nos referimos a que existen conductas como el usar mercancía con logotipos de diferentes carteles, incluso con la cara de alguno de ellos, existe música la cual cuenta las historias de algunos capos de la droga los famosos llamados narcocorridos que cualquier persona puede escuchar, para ello decidí remontarme en el origen de la famosa narcocultura, esta comienza en el estado de Sinaloa después de ahí se fue regando poco a poco a los demás estados del país, cada uno la acepto y la hizo parte de la vida cotidiana, a pesar de que al principio la mayoría de gente tenía miedo de aceptarla como parte de una cultura, hasta el día de hoy que vivimos en una sociedad que se ha encargado de mostrarnos que ser un narcotraficante es lo correcto, en algunos casos me ha tocado ver a niños jugando a ser narcotraficantes o queriendo ser narcotraficantes de grandes, incluso las niñas sueñan con ser las novias de un narcotraficante.
Antecedentes:
La narcocultura es una expresión que ha figurado desde la década de los setenta en algunas localidades del estado de Sinaloa. Posee en un sentido simbólico todos y cada uno de los elementos que componen a una cultura, se ha apoderado de gran parte de la población rural y citadina sinaloense. se construye, en un inicio, en el municipio de Badiraguato, en la sierra de Sinaloa, y es justo ahí donde ha logrado cohesionar una identidad muy particular. Su génesis se remonta a la década de 1940, pero es hasta los setenta cuando se puede considerar como una institución imaginaria consolidada es una manifestación completamente rural, que a pesar de que muta de manera constante, conserva sus raíces campiranas y es una visión del mundo que contiene todos los componentes simbólicos que definen a una cultura: valores, sistema de creencias, normas, definiciones, usos y costumbres, y demás formas tangibles e intangibles de significación. Tiene un universo simbólico particular, un sistema de valores a partir de la premisa del honor, muy al estilo de las culturas y mafias mediterráneas: valentía, lealtad familiar y de grupo, protección, venganza, generosidad, hospitalidad, nobleza y prestigio formas de regulación interna ,el uso de violencia física a quien traicione al jefe o quiera salirse del negocio un consumo específico uso de la cocaína o la adquisición de joyería de oro un particular manejo de claves como estrategia de modelos de comportamiento caracterizados por un "anhelo de poder", en una búsqueda del placer y el prestigio social, una visión incorrecta del mundo y distintas formas de visualizar a un grupo social.
En lo religioso hay una devoción particular por un “bandido generoso” de la época porfiriana conocido como "Jesús Malverde" (1994).
En lo musical se expresa en el narcocorrido, en el cine a través de la narco-película misma que se plasma con una vestimenta característica el cinturón piteado con grabados, hebillas de oro con incrustaciones de piedras preciosas, figuras de animales de granja y hojas de marihuana, botas vaqueras de pieles exóticas, joyería en oro, camisas de seda con estampados de la Virgen de Guadalupe, Malverde, etc. Además de un especial gusto por la ropa de la compañía Versace.
En lo arquitectónico gustan del peculiar estilo art-narco (arte falso), donde se combinan diversos estilos, como el colonial, barroco, griego, árabe y moderno, entre otros. Además, el marco valorativo en las representaciones sociales de los traficantes está formado generalmente por una cultura de lo rural, del honor, prestigio, placer, consumismo, poder, lujo y riqueza excesivos, además de la religión.
A partir de la década de 1970, este fenómeno empieza a volverse parte de la sociedad cuando traspasa los horizontes de la ruralidad y se posiciona en la vista de las personas urbanas. Así, la sociedad fue incluyendo no sólo a sus promotores, los narcos, sino, a su vez, a una considerable cantidad de clases populares que se identificaban en cuanto a sus anhelos, prácticas, gustos y valores, y a quienes veían como los "mesías carismáticos” que permitirían salir del extremo olvido por parte de las autoridades locales. Para los años ochenta no había una subcultura, ya existía una cultura del narcotráfico, de la cual se desprendía gran parte de las legitimaciones y deslegitimaciones institucionales, es decir, la narcocultura transforma el patrón conductual y simbólico de la sociedad sinaloense y edifica uno imaginario que pasará a ser el hoy.
Los narcotraficantes más destacados de Sinaloa son: Amado Carrillo Fuentes, de Rafael Caro Quintero y el "Chapo" Guzmán originarios de Badiraguato, Sinaloa, ellos fueron capaces de construir un símbolo colectivo unido de un sector tanto rural como urbano. La gran aceptación de esta particular forma de expresión se generó debido a la generosidad que han mostrado estos “capos” con sus pueblos de origen y con las nuevas regiones donde se establecían al invertir en obras de infraestructura pública y al repartir parte de sus ingresos a través de sus narcolimosinas a organizaciones religiosas, civiles y particulares. Los narcotraficantes cubren la cuota que los políticos no hacen.
El mantenimiento de este universo de la ilegalidad se escuda, en gran medida, en que este grupo realiza las inversiones y una especie de "políticas benefactoras". Esta característica conductual del arquetipo del "bandido generoso", que no olvida al pueblo donde nació y que simboliza el combate contra el mal gobierno, que protege a la sociedad, ayuda al pobre y al desposeído, se dio en el momento en que la zona de la sierra se encontraba en una crisis iniciada desde principios del siglo XX, luego del derrumbe de la actividad minera después de la revolución mexicana. Este hecho trae como consecuencia un profundo atraso, miseria y marginación en la región de los Altos. En estas condiciones, la participación directa o indirecta en el comercio ilícito de drogas se ve como la única alternativa para salir de la pobreza.
Los hábitos e instituciones que conforman a la narcocultura pudieron reproducirse y lograr, con ello, una incorporación no sólo de sus actores sociales directos, los traficantes, sino pasaron a formar parte del universo público de sus sujetos sociales indirectos, en este caso las personas de sociedades urbanas. De ser el mundo mañoso y consumidor de estupefacientes, particular de grupos concretos, e incluso marginados (pequeños productores, comercializadores y consumidores) pasó a ser parte de una realidad compartida cada vez más amplia a tal grado que la mayoría de los sinaloenses dimensionan esta particular visión como parte de "un mundo ya presupuesto", "de un mundo cotidiano de su sentido común" y omiten crítica alguna, defienden a sus capos y se sienten profundamente orgullosos de ellos y de sus hazañas transgresivas contra la autoridad, los federales y los policías.
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