Discapacidad como construccion social
Enviado por Morena Paredes • 24 de Marzo de 2023 • Ensayo • 874 Palabras (4 Páginas) • 62 Visitas
Uno de los primeros modelos más influyentes en torno a la idea de discapacidad es el llamado Modelo Individual o médico. Este modelo se caracteriza por la medicalización de la discapacidad, entendiendo que el problema es absolutamente responsabilidad del sujeto en esa situación. Su concepción radicaliza en la discapacidad como deficiencia, como la ausencia de la capacidad de realizar alguna actividad de la manera considerada “normal”.
Desde esta postura, que pone a lo anormal como el problema en cuestión y que detalla lo patológico, se concibe a la deficiencia como una cuestión a erradicar, a volverla lo más normal posible a través de (en términos médicos) la rehabilitación.
No sorprende que la definición del término rehabilitar sea “habilitar de nuevo una persona o cosa a su antiguo estado”, pues se pone en ésta práctica toda la responsabilidad y probabilidad de volver partícipe y útil socialmente a las personas en situación de discapacidad. ¿Habilitarla a qué? ¿Útil para quién? ¿Útil para qué?
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Esta de idea de normalización sienta sus bases en los criterios y estereotipos, pregonados por el saber médico, de cuerpo completo, perfecto, sano y normal. Y todo lo que se encuentre fuera de ese lugar o diferente a lo que se espera, se vuelve anormal.
La historia de la educación promulgó, desde siempre, un discurso -políticamente correcto- de igualdad de derechos y de educación para todos. Aunque, se trata de un discurso oculto bajo el manto de la escuela como dispositivo homogeneizador.
Pero, a su vez, esta homogeneización se vuelve imposible frente a los que llamamos “anormales”. Entonces ¿qué pasa con aquello que no se comporta como la mayor cantidad de casos? ¿Dónde queda?
Skliar afirma, que la Educación Especial (por ejemplo) es más bien una invención disciplinar, nacida a partir de la idea normalidad, con el objetivo de poner en orden aquello que lo altera, lo irregular, lo desviado, es decir, la “anormalidad”.
Asimismo, el autor resalta que ni la educación especial, ni la educación en general se preocupan por las diferencias, sino por lo/s diferente/s, dos cuestiones que para nada son lo mismo.
El “diferente” nace de un proceso de diferencialismo, una actitud que separa siempre a partir de una connotación peyorativa, por ejemplo con términos como minusvalía, invalidez, discapacidad o eufemismos que no han logrado cambios sustanciales.
Las diferencias, por su parte, no buscan aislar lo que es malo de lo que es bueno, lo que es peor de lo que es mejor, lo que es superior de lo que es inferior. No hace referencia a una distinción entre “nosotros” y “ellos”. Sino que son solo eso: diferencias. Las cuales es importante mantener y sostener ya que a todos nos envuelven, a todos nos implican y a todos nos determinan.
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