Monólogo de mi miedo a decepcionar a los demás

“Monólogo de mi miedo a decepcionar a los demás”

Hoy quiero hablarles de un sentimiento que me acompaña a cada paso que doy, una sombra que sigue mis pasos, el miedo a decepcionar a las personas que amo. Es una sensación abrumadora que nace del amor inmenso que siento hacia aquellos que forman parte de mi vida.

Es curioso cómo esta inseguridad puede ser más poderosa que cualquier otro temor que pueda enfrentar. A veces, incluso, me paraliza y me impide actuar o expresar mi verdadero yo por temor a no estar a la altura de sus expectativas.

Quiero ser fuerte, quiero ser valiente, quiero ser esa persona en la que confían y en la que siempre pueden apoyarse. Pero, a veces, siento que no soy lo suficientemente bueno, lo suficientemente inteligente, lo suficientemente talentoso o simplemente no soy suficiente para ellos.

Sé que esto es en gran parte producto de mi propia mente, pero no puedo evitarlo. La idea de fallarles, de no cumplir con sus esperanzas, me aterra. Me atormenta pensar que mis acciones o decisiones puedan causarles dolor o decepción.

Cada vez que me enfrento a una decisión importante, siento que estoy caminando en una cuerda floja sobre un abismo de expectativas. Quiero hacer lo correcto, pero a menudo me pregunto si lo que considero correcto es lo que ellos esperan de mí.

El amor que siento por ellos es un regalo, pero también es una carga pesada. A veces me siento prisionero de mis propios sentimientos, incapaz de liberarme de este miedo constante.

Sé que la perfección es inalcanzable, pero, aun así, me esfuerzo por acercarme lo más posible a esa imagen ideal que creo que esperan de mí. Y en ese proceso, me olvido de mí mismo, de mis deseos y necesidades. Me pierdo en un laberinto de expectativas que no puedo alcanzar, dejando de lado mi felicidad en el proceso.

Y mientras luchamos contra este miedo, es importante recordar que somos humanos, imperfectos por naturaleza. Todos cometemos errores, pero también podemos aprender de ellos y crecer. La decepción es inevitable en la vida, pero no define quiénes somos.

El miedo a decepcionar a quienes amo no desaparecerá de la noche a la mañana, pero puedo aprender a lidiar con él. Aceptar que soy valioso por lo que soy, no por lo que hago o dejo de hacer. Comprender que el amor verdadero es incondicional y que aquellos que realmente me aman estarán ahí para mí, incluso cuando falle.

En última instancia, debo recordar que amar y ser amado es un viaje compartido, con altos y bajos. Es aprender a aceptar las imperfecciones de los demás y, lo que es más importante, aprender a aceptarme a mí mismo con todas mis debilidades y fortalezas.

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