Resúmen Mesoamérica

A lo largo de los años, para la ciencia arqueológica y el estudio del continente Americano en su totalidad, se ha planteado una serie de argumentos categorizados en las diferentes zonas y áreas culturales y geográficas que lo conforman. En tal sentido, uno de los temas que mayor debate ha generado ha sido el área de ‘Mesoamérica’, hablar y profundizar de ella ha generado un largo, amplio y nutrido debate académico – científico teniendo como punto de partida a Paul Kirchhoff^[1]  haciendo de ‘Mesoamérica’ un área cultural, temporal e histórica.  

Desde que se empezó a acuñar el término de ‘Mesoamérica’ se han postulado una serie de definiciones y conceptos antropológicos, históricos y arqueológicos que han ido más allá de una simple connotación geográfica sino más bien de un extenso teatro de desarrollo cultural en donde proliferaron un conjunto de sociedades con similitudes ideológicas, culturales, lingüísticas, geopolíticas, sociales, arquitectónicas, religiosas, etc.,  que tuvieron como elemento homogéneo y vertebrador a la agricultura, siendo ésta la principal actividad económica que permitió traer consigo una serie de cambios, cualitativos y cuantitativos, a lo largo de la historia que repercutieron en la configuración social y política de las sociedades asentadas a lo largo y ancho del territorio mesoamericano.

Miguel Othón de Mendizábal^[2] caracteriza ‘Mesoamérica’ valiéndose de criterios lingüísticos, de subsistencia, etc., siendo la geografía y los recursos naturales (y su disponibilidad) los que llevan a establecer las múltiples diferencias en sus modos de subsistencia y de producción, así como la organización social de las diversas culturas que habitaron la región. En síntesis, Othón de Mendizábal argumenta que la aparición y caracterización de culturas al norte de la zona en estudio se debe producto del entorno geográfico que habita, la lengua y su modo de subsistencia, principalmente.

Sin embargo, es importante precisar que en una zona tan extensa los pequeños estados se enfrascaban en constantes luchas geopolíticas, ya sean por el control del territorio, la expansión de sus dominios o la defensa de sus tierras frente al avance y consolidación política de las grandes naciones en proceso de desarrollo que buscaban la concentración del poder y la integración cultural en el centro y sur del actual México.

Como ya se había indicado líneas arriba, el sostén económico de las diferentes sociedades se basó en la agricultura, siendo el cultivo del maíz y de otras especies el motor principal para su crecimiento demográfico, desarrollo cultural, innovación tecnológica y complejidad social que se vio plasmado en su destacada cultura material (arquitectónica, escultórica y pictórica).

No obstante, en ‘Mesoamérica’ no solo la agricultura configuró el modo de producción sino también el tributo, siendo estos dos elementos una suerte de fórmula que instaura una doble explotación dentro de las sociedades mismas y para con otras, permitiéndoles así hacerse con parte de la producción y del trabajo estableciendo así sistemas de control político y ordenamiento social estratificados, jerarquizados y coercitivos que darán paso a sociedades teocratizadas y militarizadas

Anne Chapman^[3], plantea que ‘Mesoamérica’ no debe de ser estudiada como ‘área cultural’ de alta cultura o civilización, sino que por el contrario debería de analizarla en función de un cierto tipo de sociedad y de sus manifestaciones culturales variables. Ella establece un modelo basado en dos niveles: sociedad y cultura, en donde se debe de hacer uso de la definición de sociedad estratificada y jerarquizada en lo económico, social y político.

...