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Ser maestro por primera vez


Enviado por   •  19 de Enero de 2025  •  Trabajo  •  1.702 Palabras (7 Páginas)  •  29 Visitas

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POIÉSIS

MAESTRO POR PRIMERA VEZ

La primera vez que se tiene la oportunidad de ser maestro puede ser angustiante, agradable o una mezcla entre ambas. El nerviosismo, la curiosidad y el deseo rodean lo que sin duda se convierte en una experiencia inolvidable. Queda claro que la vida es así, una construcción a base de experiencias y no de las experiencias de otros, ni sólo de lo que se lee o estudia, no, más bien de lo que se vivencia en primera persona, todo lo que se vive conlleva emoción. Dice el Dalai Lama que uno entiende el sentido de su vida cuando vuelve la mirada atrás y ve todo lo vivido.

En pláticas formales e informales con colegas docentes, he escuchado una y otra vez acerca de los sentimientos experimentados en nuestras historias sobre la primera vez que entramos a un salón de clases para estar a cargo de un grupo de alumnos. Entre las anécdotas se aprecian algunos sentimientos, por ejemplo, de dolor al tener que dejar nuestra casa, despedirnos de la familia, de los amigos, de la cama, de la almohada favorita, de la televisión e incluso de la regadera. Algunos, los más afortunados, no tuvieron que enfrentarse al miedo e incertidumbre por irse lejos con rumbo a lo desconocido, sus experiencias de la primera vez fueron más agradables y cercanas a casa.

Mi nombre es José Alfredo Segura Solórzano, Mtro. En Educación Básica por la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 241. En este espacio de divulgación narraré la experiencia de mi primera vez como “maestro”. Me refiero a maestro entre comillas ya que inicié en la labor docente a la edad de 15 años, recién egresado de la Esc. Telesecundaria “Amanecer” en el Ejido Socavón, Villa de Reyes. Desde el primer día que entré a un aula siendo el docente a cargo, tanto niñas, niños, madres, padres y comunidad me llamaron MAESTRO.

Pero, ¿Cómo fue que comencé tan joven?, Un día recibí la invitación para formar parte del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) como Instructor comunitario (IC), las circunstancias de mi contexto familiar me llevaron a aceptar, fue así como en el año 2007, una tarde emotiva, empaqué mi maleta con artículos de higiene personal, unos cambios de ropa y el paquete de Herramientas para el IC que me proporcionaron en la Sede Regional durante la capacitación intensiva para dirigirme a la Comunidad “Los Terreros” en la que impartiría el servicio educativo.

El sol era imponente, el viaje fue largo, mi comunidad era de las más alejadas del Municipio de Zaragoza por lo que tuve que trasladarme desde un día antes de que comenzara el ciclo escolar. En compañía de la Capacitadora Tutora (CT), ambos íbamos muy nerviosos pues no sabíamos cómo nos tratarían y tampoco conocíamos el camino, decidimos pagar un flete, para colmo el hombre aquel tampoco conocía la ruta, al llegar a un lugar de nombre “El Patol” cuestionamos a una mujer que acarreaba agua de un arroyo: ¡Buenos días! disculpe ¿Para dónde queda la comunidad Los Terreros?, por suerte y con su orientación, solo tuvimos que regresar algunos minutos y tomar la dirección correcta.

Por fin la escuela frente a nosotros, bajamos del carro y sorprendidos por el paisaje en el que descubrimos al observar, que apenas había unos nopales doblados por falta de agua, las casas de los alrededores parecían abandonadas y que decir de la escuela, tenía aspecto decaído y con baños poco higiénicos. Nos miramos uno a otro con una mirada atemorizada, yo esperaba que la compañera capacitadora me dijera ¡vámonos de aquí!, pero era claro que esa propuesta no saldría de su boca, así que antes de que el coche lograra dar la vuelta y salir de la comunidad, le propuse que nos regresáramos, lo dudó un momento pero prefirió que primero conociéramos el lugar y buscáramos a la presidenta de la Asociación Promotora de Educación Comunitaria (APEC) para entrevistarnos con ella y así avisara sobre una reunión en la escuela y formalizar así la instalación del servicio y del Instructor.

Mientras miraba como se alejaba el carro y la posibilidad de regresarme me sentí solo, triste, angustiado, no sabía si reír o llorar, esos sentimientos se aliviaban un poco al saber que la compañera estaría la primera semana conmigo. Nos dirigimos con nuestras enormes mochilas azules a la casa que estaba justamente detrás de la escuela, gritamos fuerte: - ¡Señora!, de inmediato salió una mujer y por suerte nos dijo que ella era la presidenta, que nos estaba esperando. Nos pasó amablemente a su casa, nos ofreció unos bancos para descansar y algo de comer.

Más tarde, realizamos la reunión con padres de familia en la que se acordó sobre la alimentación, hospedaje, horario de clases, faenas de limpieza, acondicionamiento del aula y lo relacionado con el servicio educativo.

El sol pronto se ocultó en los enormes cerros, nos dirigimos hacia donde nos hospedaríamos, llegamos y lo primero que hicimos fue acomodar nuestras cosas personales, después nos pusimos a platicar de lo que sentimos al llegar a ese lugar desconocido, soltamos la risa al recordar nuestras caras de impresión, entre bromas y anécdotas se hizo de noche, entonces decidimos descansar. Fue un descanso sin sueño, sin imágenes. Por la mañana el cuerpo se sentía cansado, desayunamos en la casa de la familia que nos daría alimentación esa primera semana.

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