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Un salto de fe por la educación transformadora


Enviado por   •  2 de Abril de 2024  •  Ensayo  •  1.389 Palabras (6 Páginas)  •  70 Visitas

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14 de marzo de 2024

Un salto de fe por la educación transformadora

Por: Mariela García Salinas

Paulo Freire (1921-1997) escribió hace cincuenta y cinco años durante su exilio en Chile, Pedagogía del oprimido, pieza clave de toda su obra. El pedagogo, educador y filósofo brasileño fue encarcelado dos veces luego del golpe de Estado militar en su país en 1964 a causa de su “método subversivo” (Gerhardt, 2020), método de alfabetización con el cual logró hacer que un grupo de campesinos aprendiera a leer en cuarenta y cinco días; y es que Pedagogía del oprimido es una suerte de manual en el que el autor nos revela la magia y las virtudes de la escuela problematizadora (no de adaptación, de transformación). Este libro que no se publicó en portugués por censura de la dictadura militar de Brasil sino hasta 1974 (pero sí en inglés y español en 1970) es ahora uno de los ejes que sigue la recién propuesta educativa en México: la NEM (Nueva Escuela Mexicana).

Pero, ¿puede un método de hace más de cincuenta años y que surge en un territorio tan alejado al nuestro seguir siendo vigente y apto para los mexicanos?, es en la respuesta a esta pregunta donde radica la magia de la pedagogía freiriana que plantea la imposibilidad de enseñar o construir un programa educativo sin antes realizar una investigación temática, esta, solo puede llevarse a cabo observando las relaciones hombre-mundo y estableciendo un diálogo horizontal entre los sujetos partícipes de la misma: investigador y objeto (que será objeto sólo en apariencia) y que en el caso de la NEM estos son: maestro-alumno. Dicha indagación pretende conocer la realidad de los hombres, mujeres, niños, niñas etc. a quienes deseamos enseñar, y serán estos los que nos enseñaran a nosotros cuál es esa realidad, no hay que olvidar que “nadie educa a nadie, los hombres se educan entre sí con la mediación del mundo” (Freire, 2005). Es importante por ello tener presente que la investigación temática es un proceso de búsqueda del pensar del pueblo (de las niñas, niños, hombres o mujeres) y que la hallaremos en las relaciones entre individuos, en sus aspiraciones, anhelos, esperanzas o desesperanzas, pero siempre en lo humano, pues no es algo que esté petrificado en algún lugar, está siendo y es histórico como los humanos mismos (Freire, 2005).

Lo anterior es solo el primer paso de acción para construir nuestra escuela problematizadora, lo que sigue y que implica también mucha sensibilidad y simpatía, es  devolver  a nuestros sujetos su realidad pero planteada como un problema que los desafíe, promoviendo así una nueva percepción de la realidad (nunca impuesta, sino generada por el diálogo), provocando también la “concienciación de la situación y preparando a los hombres en el plano de la acción para la lucha contra los obstáculos a su humanización” (Freire, 2005).

Se puede inferir entonces que desde la perspectiva de la escuela problematizadora, no hay un programa educativo establecido al que todo un país deba adaptarse - la NEM propone un plan analítco como guía, no como un programa-, más bien es este el que debe adaptarse a nuestra realidad, hay que recrearlo (programa sintético) adentrándonos en la vida de nuestros alumnos para convertirnos también en aprendices de su y nuestra realidad, hay que aprender a discernir entre qué sí y qué no necesitamos para no seguir siendo parte de la cultura del silencio, y es esto lo que la Nueva Escuela Mexicana recupera de la pedagogía de Freire, por eso la publicación de Libro sin recetas para la maestra y el maestro que tanto miedo ha provocado en los docentes.

¿Miedo?, ¿miedo a qué? A lo nuevo, a lo desconocido, a perderse. Desde mi experiencia como educadora puedo decir que enseñar de manera conductista fue una acción que realicé casi instintivamente, y ahora, que estoy en la EPCLE, no puedo negar que me ha costado abrirme a este nuevo paradigma, en el que no tengo porqué saber qué hacer todo el tiempo, más bien debo descubrirlo, no sola, sino con los jóvenes con quienes estoy trabajando. Estamos tan acostumbrados a pensar que solo los maestros poseemos conocimiento, y además conocimiento absoluto, que tememos no cumplir con esta expectativa, nos aterra no saber y fracasar, pero ese miedo nos conducirá a la inacción, a la adaptación y a perpetuar la cultura del silencio. Charles S. Keck cuando describe los niveles tan altos de exigencia que se pide a los docentes cita a Erich Fromm respecto a la idea que éste último tenía sobre la libertad “no puede haber una libertad real sin la libertad de fracasar” (Keck, 2017) y quizá sea el no saber cómo volver a ser aprendices el problema, porque los que nos estamos cultivando tenemos permitido equivocarnos, uno aprende gracias a los  errores, pero el maestro ya no puede equivocarse ni seguir formándose porque ya todo lo sabe, o debería saberlo; esta idea estereotipada sobre el docente es la que está cercando nuestra libertad.

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