Analisis: Matar a un ruiseñor

Matar un ruiseñor y México

A01365551 Ignacio Morales Calzada “Matar a un ruiseñor” refleja la injusticia racial de los años 30. El trato racista que recibió Tom Robinson a la hora de ser aprehendido, juzgado y sentenciado por ser negro fue lamentable (acorde con la época, pero muy cruel), ya que incluso tenía pruebas que demostraban su inocencia y aun así fue encarcelado; ¿Y qué hubiera pasado si su tono de piel fuese blanco? ¿Le hubiera ayudado? Las personas caucásicas tenían un trato mucho mejor en ese entonces; si Tom hubiese tenido un color de piel igual a los que lo condenaron, quizá incluso seguiría vivo.

Lo que nos lleva ahora a analizar a nuestro país, México ¿Mestizo o indígena? La línea es muy delgada y la mayoría de los mexicanos no sabe dónde pertenece.

El letrero de bienvenida de México es un racismo "escurridizo, difícil de discernir". La falta de polarizaciones entre blanco y negro, la relativa semejanza de aspecto del mexicano promedio hace difícil diferenciar al mestizo, moreno o claro en diferentes grados de escalas de asunción o rechazo de la herencia originaria.

Este sentimiento los involucra a todos. En alguna medida todos somos indígenas, y es algo muy difícil de aceptar para nosotros; esto hace más difícil la cercanía de todas las variables del humano, y denigra a los indígenas.

Un caso se asemeja un poco al de Tom; hace unos meses se dio a conocer un informe de la CNDH (Comisión Nacional de Derechos Humanos) sobre el maltrato y la humillación que padecieron tres indígenas tzeltales de Chiapas cuando agentes de migración mexicanos las “confundieron” con guatemaltecas; las detuvieron y trataron de deportarlas a Guatemala. Un caso como este es lo que demuestra que en México hay mucho racismo, por dondequiera que mires.

En las clases adineradas, las acomodadas, la clase media, los sectores más pobres e incluso entre indígenas. El desprecio es generalizado y arcaico, una herencia de las colonias que sigue en la sociedad, tanto en la cumbre como en la base.

Es un problema serio, desde los ámbitos más privados (familia, colegio y círculos sociales) hasta lo irreverente (como las televisoras y la publicidad), pasando en lo público, en acceso a servicios, impartición de justicia (como el caso de Tom) y distribución de la riqueza. Diría que el racismo no es la semilla de nuestros problemas, pero los empeora.

El reconocimiento del problema racista, que en nuestro país se está empezando a concientizar de su gravedad mucho después con respecto a otros países, tiene que ver con el mito del mexicano mestizo (como la gente generalmente nos etiqueta) que se alentó después de la Revolución: la llamada "raza cósmica", una combinación de indígena e europeo que estaba por encima de la fusión de esos dos elementos.

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