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Discriminación por orientación sexual en las instituciones educativas


Enviado por   •  7 de Agosto de 2018  •  Ensayo  •  3.129 Palabras (13 Páginas)  •  326 Visitas

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Discriminación a lo “anormal” en el aula de clase

Gay, marica, loca, machón, pasiva, afeminado, arepera, niña, entre otras”, son palabras que retumban en las mentes de aquellos jóvenes que hoy en día son discriminados por su orientación sexual. Es cierto que esta situación ha mejorado con el pasar de los años, sin embargo, actualmente se perfila como uno de los conflictos más importantes para estos jóvenes. Esta discriminación no es ajena a ninguna clase social, religión, etnia o cultura, así como tampoco es ajena a las instituciones educativas, en donde estos jóvenes pasan la mayoría del tiempo. Aunque la sociedad ha cambiado, es desalentador el panorama ya que solo en el último año más de 100 personas de la comunidad LGBT murieron asesinadas en Colombia y actualmente son promovidas campañas políticas que atentan contra los derechos de esta comunidad1. Por esto, se puede afirmar que la educación está permeada por esto y no es ajena a ser influenciada por estos movimientos y acciones. Por lo tanto, en este artículo se pretende demostrar que la discriminación hacia la comunidad LGBT aún pervive en las instituciones educativas colombianas.

     Para demostrar esta tesis, se estructurará este texto de la siguiente manera: En primer lugar, se expondrán casos específicos en los que se evidencia discriminación hacia la orientación sexual parte de las instituciones educativas colombianas. En segundo lugar, se mostrarán reglamentos estudiantiles, como manuales de convivencia, en donde se discrimina explícitamente la orientación sexual y por último, se pondrá de presente la discriminación entre los estudiantes, por su orientación sexual, y su relación con el tipo de colegio al que pertenecen.

     Uno de los casos más controversiales sobre discriminación por orientación sexual ha sido el de Sergio Urrego. Resulta pertinente traerlo a colación ya que dicha discriminación se dio por parte del colegio en el que estudiaba. Según Herrera (2014), todo se desató cuando un profesor confiscó un celular en donde había una fotografía en donde Sergio Urrego se besaba con su pareja, quien


pertenecía a su mismo salón. El profesor comentó el caso ante las directivas del colegió y los estudiantes fueron llamados a “psicorientación”.

     Allí les dijeron que estaban perpetuando una falta grave, porque en el manual de convivencia estaba estipulado que estaban prohibidas “las manifestaciones de amor obscenas, grotescas o vulgares en las relaciones de pareja, dentro y fuera de la institución” (como se cita en Herrera, 2014), y que estas relaciones debían tener el consentimiento de los padres. Sergio y su novio fueron llamados en reiteradas ocasiones a la oficina de la psicóloga del colegio, Ivón Andrea Cheque Acosta, quien los citó, el 12 de junio, junto a la coordinadora y cuatro docentes más, para que explicaran su relación de pareja y para que les contaran a sus padres que estaban citados el 20 de junio para hablar sobre el tema.

     Amanda Castillo, rectora de la institución, le dijo a Sergio no podía entrar a clases hasta después de vacaciones hasta que se diera la reunión con el padre. “¿Está violando mi derecho a la educación?”, le preguntó Sergio, y ella respondió desafiante que sí, ya que el padre Sergio no pudo asistir a la reunión por motivos laborales. Extenuados de tantos abusos, el 1° de julio, Alba Reyes y su hijo afincaron una queja ante la Secretaría de Educación de Cundinamarca en contra del colegio Gimnasio Castillo Campestre. El documento denunció varios supuestos cobros arbitrarios en el colegio y la discriminación que sufrió Sergio por su orientación sexual. También relató que “la rectora Castillo no les entregó los últimos resultados académicos de Sergio, a pesar de estar “a paz y salvo” con la institución” (Herrera, 2014)

     Sergio presentó las pruebas del Icfes a nombre del Gimnasio Castillo Campestre, el pasado 3 de agosto. Alba Reyes tuvo que volar a Cali al día siguiente para avisarle al gerente de la sede en la que trabaja, que no podía viajar más, ya que le preocupaba mucho que, por los procesos legales en curso, le quitaran a su hijo. Esa misma noche regresó a Bogotá. Cuando entró encontró en la mesa del comedor una nota que decía: “Se presentó un problema, no puedo ir al colegio” (como se cita en Herrera, 2014). Sorprendida subió a buscar a Sergio a su cuarto. En la cama encontró la segunda nota que decía: “Estas cosas sólo las pueden tocar mi madre o mi padre. Las que están selladas entregarlas así. No abrir” (citado en Herrera, 2014), junto a varios libros y una nota para sus amigos.

     Allí también dejó la segunda carta, quizá la más triste y melancólica, donde se despide con cariño de su padre, de su abuela y de su madre:

Hoy espero lean las palabras de un muerto que siempre estuvo muerto, que caminando al lado de hombres y mujeres imbéciles que aparentaban vitalidad, deseaba suicidarse, me lamento de no haber leído tantos libros como hubiese deseado, de no haber escuchado tanta música como otros y otras, de no haber observado tantas pinturas, fotografías, dibujos, ilustraciones y trazos como hubiese querido, pero supongo que ya puedo observar a la infinita nada. (Citado en Herrera, 2014)

      Luego de pedir que donaran sus órganos y que no lo enterraran con curas ni oraciones, también dejó claro que el detonante de su muerte fueron todos los problemas que tuvo últimamente en el colegio.

     La tercera carta fue dejada en la mesa de noche de su madre: “A quien corresponde”, decía el encabezado y en ella niega y comprueba la falsedad de las acusaciones por acoso sexual de la familia de su novio:

En la memoria de mi celular y en el escritorio del pc quedan dos pantallazos de nuestras conversaciones en whatsapp que demuestran que él no se sintió acosado en ningún momento, pues respondía con naturalidad a los mensajes. También hay pantallazos de la conversación que él tuvo con un amigo después de que les contara a sus padres sobre su orientación sexual, en los que escribió que estaba vuelto mierda debido a la posición que tomó su madre después de recibir la noticia (…) Él puede confirmar la veracidad de toda esta información, así como los testigos de nuestros actos (cuando había). Nunca en mi vida he acosado sexualmente a nadie, me parece un acto reprochable. (Herrera, 2014)

     Este fue, en resumen, el caso de Sergio Urrego, un joven que murió sin esperanza y sin ganas de vivir, debido a la discriminación que sufrió por parte de las personas que le debían enseñar y guiar en esa etapa de su vida. Gracias al caso de Sergio, y de la acción de tutela impuesta por la madre, la Corte Constitucional dictaminó la sentencia T-478 de 2015 en donde se fomenta el respeto y la educación sobre la diversidad sexual. También, tiene como objetivo analizar y revisar las normas escolares, manuales de convivencia, para que se respete la orientación sexual y la identidad de género de los estudiantes.

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