EAnsayo sobre A lo largo del latido
Enviado por lulu28diver • 18 de Mayo de 2017 • Biografía • 1.304 Palabras (6 Páginas) • 193 Visitas
A lo largo del latido.
Todos tienen experiencias que han delimitado su forma de vivir. Obstáculos, desengaños y emociones pueden hacer que una persona decida qué es lo que de verdad quiere para su vida. Cuando se decide optar por un rumbo determinado, se debe de tener muy en cuenta que lo que se eligió, inevitablemente traerá consecuencias que pueden ser benéficas o no, nunca se sabe; lo que sí se sabe es que estas consecuencias son necesarias para el crecimiento personal de cada uno.
Hoy me encuentro cursando una de las carreras más difíciles, pero también una de las más lindas: trasnochos, ojeras y largas lecturas componen mi día a día, al igual que risas, conocimientos y fascinación por la maquina perfecta: el cuerpo humano. Claro, estudiar medicina significa un sacrificio que no se compara a la satisfacción de poder ayudar a quien lo necesita. Decidí tomar este camino con una motivación clara: salvar vidas. Ahora me doy cuenta de que estoy en el lugar indicado, con las personas indicadas, aprendiendo lo indicado y de que valió la pena haber esquivado todos los obstáculos que en mi trayecto se cruzaron. Tres largos meses, donde crecí y tomé nuevas conductas, necesarias para mi nuevo estilo de vida.
Llegar aquí fue el resultado de esquivar obstáculos y observar con cuidado; cuando era más joven y pensaba en lo que quería llegar a ser cuando creciera, jamás pasó por mi cabeza una profesión relacionada a la salud. Luego, los problemas se convirtieron en señales que marcarían mi camino.
Todo comenzó el día en que la persona más importante de mi vida fue diagnosticada con cáncer. Aun cuando en ese tiempo yo tenía doce años y todavía era una niña, entendía perfectamente qué estaba pasando: mi abuela, la persona que yo más amo en el mundo estaba pasando por el peor momento de su vida, en su interior había algo que la mataba lentamente y yo no podía hacer algo para evitarlo. Impotencia es la palabra que define qué sentía en ese momento, donde orar era mi única salida. El cáncer avanzaba y los doctores no sabían cómo proceder ya que el tumor estaba en un lugar bastante inaccesible. Prácticamente, mi abuela estaba desahuciada, y yo totalmente en pedazos, hasta que apareció la primera señal: un veterano oncólogo tenía la solución literalmente en sus manos: la técnica perfecta para abordar el tumor. Mi abuela entró al quirófano con las esperanzas en el suelo y salió sin un rastro de cáncer en su cuerpo. Esto me demostró que el rumbo de la vida puede cambiar de un momento a otro, que es imposible tener control total sobre tu destino. Tal y como dice Francis Jacob en su texto La importancia de lo imprevisible: “No podemos saber nada de lo que más nos interesa del mundo: qué va pasar mañana”, “No podemos siquiera pensamos a nosotros mismo sin un instante siguiente, pero nos es imposible cómo será ese instante. Lo que hoy entrevemos no llegará a ser. Sobrevendrán de todas maneras cambios, pero el futuro será distinto de lo que pensamos”.
Después de haber evidenciado cómo un médico salvó la vida de mi abuela, surgió en mí un interés hacia lo que él hacía, que luego se vio opacado por el hecho de que mi familia siempre dio por hecho que sería una ingeniera, y donde yo también terminé asumiendo que eso era lo que me convenía. Pasó el tiempo y en el colegio decidí escoger hacer una tecnología en electrónica, durante ese año confirmé que mi vida no podía girar en torno a eso, que sería totalmente infeliz si decidía no seguir mis instintos. Me di cuenta de que como dice Alberto Valencia Gutiérrez en su texto La ética de la discusión: “…la proliferación de puntos de vista enriquece el desarrollo de un problema” porque en la toma de esta decisión, mi opinión era la única que importaba.
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