Ejemplos de los cinco patrones de escritura expositiva más frecuentes
Enviado por miriam2994 • 26 de Abril de 2016 • Tutorial • 1.081 Palabras (5 Páginas) • 387 Visitas
Ejemplos de los cinco patrones de escritura expositiva más frecuentes
Descriptivo
“Los cereales son alimentos con un alto contenido nutricional. Proporcionan vitamina B1, B6, B12 y C. también te dan mucha energía por todo el calcio, el hierro, el fósforo y el sodio que tienen; además te proporcionan niacina, ácido fólico y ácido pantoténico, entre otros”.
Agrupador (combinado con secuencia lógica)
¿Quién inventó la máquina de coser?
A pesar de que en el año 1500 el italiano M. Giovanni Cavallina inventó lo que podría ser la primera máquina de coser, no fue hasta 1790 cuando Thomas Saint, un ebanista de Londres, obtuvo en Gran Bretaña la primera patente de un ingenio que hacía puntadas de cadeneta de un único hilo. Posiblemente Saint jamás llegó a construirlo, ya que presentaba importantes errores de diseño que lo hacían inviable.
Pero a partir de entonces y tras sucesivas modificaciones, la máquina de coser empezó a conocerse a nivel popular. Uno de sus grandes impulsores fue el tejedor alemán Baltasar Krems, que ideó un revolucionario aparato que realizaba de forma mecánica el punto de cadeneta (para otros fue un modesto sastre francés llamado Amplepuis, en 1850).
El prototipo de Krems permite que bajo el tejido se forme un lazo con el hilo, de manera que la siguiente puntada atraviese por su mitad. Esta operación se repite sucesivamente, accionándose a mano o con ayuda de una manivela o pedal. De todas maneras, las máquinas de coser modernas derivan de las ideadas en 1846 por el norteamericano Elías Howe. Este perfeccionó el modelo primitivo incorporando una pequeña lanzadera que trabajaba en conexión con la aguja, lo que permitía a una sola costurera producir como cinco trabajando a destajo. Veinte años más tarde, el rendimiento personal se había multiplicado por doce.
En la actualidad las máquinas superan las 7500 puntadas por minuto. Pero fue el neoyorquino Isaac M. Singer quien dio los últimos toques a la máquina de coser: incluyó un pie con muelles que presiona la tela en la mesa de la máquina, mientras que una rueda dentada hace que el tejido avance tras cada puntada. La velocidad de marcha hacia delante de la tela se modifica automáticamente dependiendo de la longitud de la puntada escogida.
Causal o causa – efecto
La fibra natural sirve de soporte a lo sintético
Las tradicionales fibras naturales (algodón, seda, lino, lana…) sirven muchas veces sólo como armazón de soporte para una multitud de sustancias químicas que recubren e impregnan el tejido para proporcionarle cualquier propiedad que demanden los diseñadores de la moda. Con ayuda de las novísimas fibras sintéticas (acetato, rayón, nylon, poliéster, etc.), los textiles adquieren diversas propiedades, como facilidad de conservación, repelencia a la suciedad, secado rápido y resistencias a las arrugas. También pueden formarse los acabados para conseguir apariencias onduladas o rugosas, superficies mates o brillantes y texturas que no necesitan planchado. Otra de las cualidades que pueden lograrse artificialmente es su mayor suavidad al tacto.
La química permite incluso crear piezas de tejido flexible y permanente para que las agujas de las máquinas de coser industriales no alcancen el rojo vivo por el calor de la fricción. Por último, las sábanas y fundas de cojines se confeccionan de un modo especial para que puedan ajustarse perfectamente tensadas a sus soportes y no se salgan con facilidad.
Pero lo que la industria pondera como tesoros secretos del acabado no son más que “cantidades masivas de sustancias cancerígenas y nocivas para la piel”, según Max Daunderer, reputado toxicólogo clínico de Munich. Muchos ecologistas conjeturan, incluso, que estamos ante una operación en toda regla para liquidar los contaminantes y liberarse de ellos. Las industrias químicas multinacionales podrían deshacerse de sus deshechos secundarios y residuos tóxicos reutilizándolos en la fabricación de textiles. .
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