“El Acto Creador como Pedagogía Emancipatoria y Decolonial”.
Enviado por solernr25 • 23 de Noviembre de 2016 • Informe • 1.138 Palabras (5 Páginas) • 437 Visitas
Taller de Lectura, Escritura y Oralidad
Informe de Lectura
- Artículos:
“Cabezas Rapadas y Cintas Argentinas”
Beatriz Sarlo.
“El Acto Creador como Pedagogía Emancipatoria y Decolonial”
Adolfo Albán Achinte.
- Profesoras: Arévalo, Alejandra
Campos, Marisa
- Estudiante: Caro, Cintia Soledad
- Curso: 1° “D”
Ciclo Lectivo 2016
El Acto Creador y La Docencia como Ejercicio Emancipatorio del Universo Occidental
El presente escrito está dedicado aquellos sujetos que desean emanciparse del Universo Occidental. En este texto se realizará la Lectura y Análisis de dos Apartados. Por un lado, “Cabezas Rapadas y Cintas Argentinas” en La Máquina Cultural de Beatriz Sarlo[1]. Por otro “El Acto Creador como Pedagogía Emancipatoria y Decolonial” de Adolfo Albán Achinte[2].
El objetivo principal, en primer lugar es dar cuenta de las ideologías y conductas emancipadoras, los nudos que la narrativa occidental establece en cada uno de nosotros como por ejemplo: en la escuela, el hogar o cualquier otro espacio socio-cultural reflexionar sobre ellas, re pensarlas, tratar de re-conocernos y desandar todas esas conductas, todos esos pensamientos, todas esas ideologías e ilusiones. En segundo lugar, atender los aspectos que discute Beatriz Sarlo, con respecto a la ideología de Rosa del Río.
Sarlo, en “Cabezas Rapadas y Cintas Argentinas”, se sitúa en una época determinada en Argentina, en donde la población era el resultado de un proceso de inmigración, un revuelto de argentinos y extranjeros. Los últimos venían a enriquecer y aportar con sus profesiones, oficios, a la economía local. Claro que no con grandes capitales, sino con oficios de taller que se desarrollaban desde sus hogares, con sus propios recursos, donde la clientela eran vecinos y familiares.
Estas personas fueron quienes abandonaron toda su historia, toda su identidad cultural, todo su mundo simbólico para adaptarse en esta nueva nación, padeciendo un choque inmigratorio y los esfuerzos para adaptarse exitosamente a las costumbres locales, que al mismo tiempo, no dejaba de considerarlas extrañas. Estos inmigrantes se enfrentaron a un dispositivo cultural, simbólico y de mucha importancia: “La Escuela”.
Rosa del Río niña, mujer, docente, directora, quien fue engendrada en ese devenir, de ese vacío simbólico, que fue resultado de la decisión de subsistencia de sus padres para integrarse a un nuevo Estado. Y de una fuerte imposición de sentidos e ideales, construcciones simbólicas, y construcciones de saber, que fue proporcionándole todos esos elementos culturales valorables para ella.
Hay que destacar que la escuela era considerada una máquina de imposición de identidades pero también extendía un pasaporte a condiciones mejores de existencia. Si bien el estado les proponía la independencia cultural, a su vez el precio de esto era convertirse en servidor del proyecto cultural. Lo que los convertía en “robots estatales”.
En relación con lo que remite Achinte en su expresión “(…) El sujeto moderno se emancipó de sus dioses y en este desencanto creo la sensación de certeza”. Esto es lo que le sucedió a todos aquellos inmigrantes y sus descendientes así como a Rosa del Río, se despojaron de su historia, de sus orígenes, y se convencieron de que ese modo de subsistir o de adaptación era el correcto.
La pretensión de seguridad afincada en el poder de la razón como fundamento de toda explicación del mundo colonizado la cotidianeidad del sujeto al punto de anclarlo en la imperiosa necesidad de alcanzar un nivel de estabilidad en diversos órdenes de la existencia: laboral, afectivo, económico, social y emocional. (Pág.1).
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