El Arrancame la vida, Angeles Mastretta
Enviado por ximena-gomez • 28 de Enero de 2016 • Ensayo • 1.256 Palabras (6 Páginas) • 502 Visitas
Ximena Gómez Mendoza A01022335
Alfonso Guillermo Revilla Gómez
Comunicación y arte
23 de noviembre de 2015
Mujeres como Catalina
La obra maestra de Angeles Mastretta es un claro ejemplo de como la grandeza de las mujeres mexicanas ha sido reprimida por el machismo de los hombres. Esto se ha generado por los cánones de comportamiento en los que las mujeres se ven asfixiadas para poder cumplir con las agobiantes exigencias de ser una “mujer respetable”. En la novela; la vida de Catalina, que comienza siendo una niña de espíritu magnánimo, se ve inmersa por la toma de decisiones de las demás personas. Sin embargo, ella conforme se va desarrollando la historia se convierte en una mujer fuerte que está dispuesta a luchar sutil e inteligentemente ante las injusticias de la vida.
En la década de los treintas y cuarentas, el machismo era fomentado mediante las acciones y actitudes cotidianas tanto dentro de casa como fuera en la sociedad. Es la base de la estructura familiar mexicana en donde hay “dos proposiciones fundamentales: La supremacía indiscutible del padre y el necesario y absoluto autosacrificio de la madre” (Vargas, 2008:102).
Todo comienza desde la nula educación formal que se les daba a las niñas; desde pequeñas solamente aprendían a cocer, cocinar y escribir lo básico. Tal es la frase que le dice Andrés a Catalina “No sabes montar, no sabes guisar, no sabías coger ¿A qué dedicaste tus primeros quince años de vida?” (Mastretta, 20). Como si su única responsabilidad fuese aprender a ser amas de casa. Justamente como preocupación de su maestra de cocina cuando las jóvenes no sabían moler chiles, almendras y pepitas: “No sé cómo se van a casar. Donde estén igual de ignorantes en lo demás.” (Mastretta, 21)
Y otra situación inquietante era cómo se “manejaba” el tema de la sexualidad porque en realidad no se trataba ya que no se hablaba de ello. Las mujeres no conocían ni entendían su cuerpo. Basta mencionar que una de las amigas de Cati creía que los niños salían de los besos. La ignorancia en la que vivían las hacía ser inferiores “estaban abajo”. Frente a esto Catalina se siente con el derecho a exigir igualdad y lo demuestra ya en los inicios de la obra con la siguiente frase “…quiero sentir…” (Mastretta, 13) refiriéndose a que, tampoco le importaba lo que le pasará a los hombres en el momento en que hacían el amor, solo le importaba ella.
La independencia de Catalina fue robada al casarse con Andrés; que fue a hablar con su padre y le dijo que se quería casar con ella “si no le parecía, tenía modo de convencerlo, por las buenas o por las malas.” (Mastretta, 16). Además sus padres “No estaban muy seguros de su futuro y tenían seis hijos” así que aceptaron que su hija pasara a pertenecer al general Ascencio.
“—De Ascencio, póngale ahí, señora —dijo Andrés que leía tras mi espalda.
[…]
—¿Tú pusiste de Guzmán? —pregunté. —No mija, porque así no es la cosa. Yo te protejo a ti, no tú a mí. Tú pasas a ser de mi familia, pasas a ser mía —dijo.
—¿Tuya?”
(Mastretta, 16)
Y así las mujeres pasaban de ser propiedad de sus padres a ser propiedad de alguien más; alguien que las protegiera y por supuesto mantuviera. “Y usted don Marcos, acuérdese que ella ya no es su niña y que en esta mesa mando yo.” (Mastretta, 17) Eran una más de sus pertenencias, una fiel acompañante “Andrés me tenía guardada como un juguete con el que platicaba de tonterías, al que se cogía tres veces a la semana…”
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