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Franquestein.La cultura popular ha convertido la figura de frankenstein en un mito moderno.


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2015  •  Resumen  •  5.216 Palabras (21 Páginas)  •  395 Visitas

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                     ( Frankenstein )

Mary Shelley

Versión de Ariela Kreimer

Estudio preliminar y propuestas de actividades  de Ariela Kreimer

Gerencia de contenidos: profesor diego di vinezco.                      

coordiacion editorial: Alejandro Palermo      Jefatura de arte: silvina gretel espial


( Índice )

Introducción                        5

     


Introducción

La cultura popular ha convertido la figura de frankenstein en un mito moderno. Para muchos, frankenstein es un ser gigantesco y tosco, que camina lentamente con brazos extendidos, tiene la cabeza chata y tornillos en el cuello. En gran parte, esa imagen surge de la película de James Whale, filmada en 1931, en la que Boris Karloff encarnaba al monstruo. Sin embargo, el nombre de frankenstein pertenece al científico empeñado en crear vida y que, a través de sus experimentos, se sumerge en una de las más aterradoras pesadillas que nos haya presentado la literatura.

Se ha señalado que Mary Shelle, al escribir esta novela cuando aún no tenía veinte años. Invento la ciencia ficción. Un género que Isaac Asimov define acertadamente como “la rama de la literatura que trata sobre las respuestas humanas a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología”. Y frankenstein, entre otras cosas, propone que la creación artificial de vida implica un cambio drástico desde el punto de vista de la ciencia…  ¿Qué se hará con la nueva criatura? ¿Cuál es el valor de la vida y de la muerte a partir de ese momento? Estas preguntas nos siguen inquietando hoy tanto como lo hicieron hace dos siglos, en el momento en que se publicó la novela.

CORESPONDENCIA DE ROBERT WALTON

           San Petersburgo, 11 de diciembre de 1794

Querida hermana:

Te alegrara saber que, a pesar de tus malos presagios, mi viaje ha comenzado muy bien.

Estoy en san Petersburgo, este mismo viento ha recorrido las inhóspitas regiones hacia las que me dirijo y me anticipa el helado clima. Sigo imaginando el Polo Norte.

Tú sabes que este ha sido mi sueño y conoces los esfuerzos que afronte para estar a la altura de mis ambiciones. Pase interminables noches en vela, agotado hasta el entumecimiento, estudiando matemáticas, medicina y física. Recorrí las rutas septentrionales ganándome el respeto y confianza del capitán y los oficiales. He endurecido la piel y encallecido las manos en las tareas más agotadoras…

En dos semanas partiré hacia Arcángel. Allí contratare un barco y seleccionare mi tripulación. Si todo sale bien, si logro llegar al Polo, puede que me demore meses y hasta años en terminar mis tareas.

Tu hermano, que te quiere

                                                                             ROBERT

                             Mar Ártico, 7 de julio de 1795

Querida hermana:

Escribo estas pocas líneas para decirte que estoy bien, y que el viaje se encuentra muy avanzado. Hasta el momento no hay ningún detalle que valga la pena contar…

Adiós, querida Margaret. Ten la seguridad de que no afrontare peligros innecesarios. Permaneceré sereno, perseverante y prudente, confiando en el éxito futuro.

Te extraña,

                                                                                 ROBERT

                         Mar Ártico, 5 de agosto de 1795

Querida Margaret:

Algo extraño ha ocurrido y deseo ponerlo por escrito, aunque es probable que me veas antes de que esta carta llegue a tus manos.

El lunes 31 de julio nos hallamos totalmente inmovilizados por el hielo y rodeados de una espesa niebla. Cuando la visibilidad mejoro, una insólita imagen se destacó. Hacia el norte, a unos setecientos metros, vimos un vehículo, sujeto a un trineo y tirado por perros. El conductor parecía un ser humano, aunque era de dimensiones gigantescas. Lo seguimos con nuestros catalejos e intentamos atraer su atención, pero la con nuestros catalejos e intentamos atraer su atención, pero la espectral figura no tardo en desaparecer entre los hielos.

Antes del anochecer el hielo se quebró y nuestro navío quedo libre. Permanecimos allí hasta la mañana siguiente. A primera hora de la mañana encontré a la tripulación agrupada a un lado del navío, aparentemente conversando con alguien que estaba en el mar. Me asome y vi, sobre un enorme trozo de hielo, un trineo parecido al que habíamos divisado el día anterior. Los marineros intentaban persuadir al conductor para que subiera al barco.

Era europeo, al verme, el hombre me hablo en inglés, con acento extranjero.

–Antes de subir a bordo –dijo–, ¿podría indicarme hacia donde se dirige?

Le respondí, sin embargo, que nos dirigíamos al Polo Norte en viaje de exploración. Pareció satisfecho con mis palabras y acepto subir a bordo. Tuvimos que sacarlo de su trineo, envolverlo en mantas y ofrecerle comida y bebidas para que entrara en calor.

Pasaron dos días hasta que estuvo en condiciones de hablar. En sus ojos arde una expresión extraña, como de locura; pero cuando alguien se muestra amable con él, su rostro expresa una gran benevolencia. El segundo tan lejos por el hielo, en un vehículo tan extraño.

–Iba en busca de alguien que huía de mi –dijo, melancólicamente.

– ¿viajaba esa persona en un trineo?

–Si– respondió.

–Entonces creo que lo hemos visto un día antes de que lo encontráramos a usted.

Eso vivo la atención de mi huésped. A partir de ese momento, mi huésped demostró gran interés por estar en la cubierta para vigilar la aparición del trineo.

Esto es todo lo que puedo decirte de nuestro extraño pasajero. En los próximos días iré anotando las novedades.

                             

  13 de agosto de 1795

Hermana mía:

El aprecio que siento por mi huésped aumenta cada día tiene una gran cultura y habla muy bien.

Pasa mucho tiempo vigilando la aparición del trineo, me ha hecho muchas preguntas respecto a mis planes. Hablar con él me hace mucho bien; siento como si me dirigiera a un viejo amigo, digno de todo respecto y confianza.

 Tuyo,                                                                          

    R.

                                      19 de agosto de 1795

Hermana:

Quiero compartir contigo lo que me dijo mi huésped ayer:

...

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