GUÍA DE VOCABULARIO CONTADORA DE PELICULAS
Enviado por Jenny Lizama • 5 de Noviembre de 2018 • Resumen • 442 Palabras (2 Páginas) • 728 Visitas
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GUÍA VOCABULARIO CONTEXTUAL
“LA CONTADORA DE PELÍCULAS”, HERNÁN RIVERA LETELIER
Instrucciones generales:
- La presente Guía tiene como objetivo fundamental que pongas en práctica una de las habilidades esenciales de tu proceso de aprendizaje: El vocabulario contextual.
- Te proponemos que después de leído el libro “La contadora de películas” de Hernán Rivera Letelier, realices en forma individual cada una de las siguientes actividades las que permitirán acercarte al texto y descubrir, reconocer e interpretar y a la vez podrás incrementar tu vocabulario.
Actividades:
- Lee atentamente cada una de las oraciones.
- Fíjate en la palabra subrayada y ennegrecida.
- Investiga en el diccionario la acepción de ellas de acuerdo al contexto.
- Obtén los sinónimos (mínimo dos) correspondientes al vocablo de acuerdo al contexto.
- Anota dos antónimos de la palabra destacada en cada enunciado.
- Redacta una oración original para cada palabra destacada en los enunciados.
Vocablos:
- “Mis hermanos imitaban a la perfección el caminar arqueado y la mirada oblicua de John Wayne, el rictus despectivo de Humphrey Bogart y las musarañas increíbles de Jerry Lewis. Yo los mataba de la risa al tratar de batir las pestañas a lo Marilyn Monroe, o de imitar los mohines de niña inocente.” (pág. 4 )
- Yo entonces pensaba que por ahí fluía también la voz, el estampido de los disparos, las canciones tan bonitas de los mariachis de las películas mexicanas. Luego, aprendí que no. (pág. 25)
- Esto me ocurrió cuando me dio por leer las revistas Ecran que descubrí en la biblioteca de la Oficina. Las leía como desaforada. Pero no me quiero adelantar, por que eso fue después de que me convirtiera en contadora de películas. (pág. 25)
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>. Y se contoneaba como loca frente al espejo. (Pág. 30)
- Llegué a casa con los ojos enrojecidos. Todos me esperaban espectantes. Me bebí la taza de té en silencio, pasé adelante y, sin que me tiritaran las piernas ni nada, comencé mi narración. (Pág. 38)
- En vez de eso, los días que no iba al cine –por falta de dinero o porque a mi padre no le sonaban los nombres de los protagonistas-, me quedaba en casa experimentando cambios de voces y ensayando morisquetas frente al espejo. (pág. 43)
- El público, silbando y zapateando, provocando un ruido estrepitoso, culpaba al anciono operador, y el operador, conocido por lo insolente y cascarrabias, le cargaba las tintas a lo antigua que era la máquina. (pág. 47)
- DESPUÉS de esas funciones los aplausos me quedaban resonando durante toda la noche, hasta no poder conciliar el sueño. En mis desvelos pensaba en mi madre, y debajo de las frazadas, lloraba en silencio. (pág. 66)
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