LA CABAÑA
Enviado por jorck85 • 18 de Septiembre de 2015 • Informe • 5.338 Palabras (22 Páginas) • 796 Visitas
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INTRODUCCIÓN
Una amistad que lleva un poco más de veinte años. Ellos se conocieron de una forma muy particular, ambos ayudaban a un vecino a embalar un campo de heno a fin de acomodar a su par de vacas. Desde entonces Will (el autor) y Mack forjaron una amistad llena de risas y de vez en cuando una lágrima, pero siempre haciendo conversaciones placenteras para ambos con el fin de compartir un buen té.
El nombre completo de Mack es Mackenzie Allen Phillips, aunque la mayoría de la gente le dice Allen. Pero sólo su esposa y sus amigos íntimos le dicen Mack.
Mack nació en algún lugar del Medio Oeste, chico de granja de una familia irlandesa-estadounidense de rigurosas reglas y viendo el trabajo como principio. Aunque aparentemente religioso, su muy devoto y estricto padre era un bebedor solitario, de aquellos que suelen encerrarse para tomar y olvidar sus penas. Mack no habla mucho de su padre, pero cuando lo hace, cambia de inmediato, su voz se torna seria y en su mirada se torna fría y sin vida. En una típica charla de amigos Mack le confiesa a Will que su padre no era un alcohólico de los que después de beber caen dormidos, sino que era un vil y perverso borracho, que golpeaba a su mujer después de pedir perdón a Dios. Y todo cambió, llego el día en el que Mack cuando tan solo tenía 13 años se desahogó con un líder religioso dentro de un retiro juvenil, confesó llorando que nunca había hecho nada por ayudar a su mamá al ver, que en más de una ocasión su padre borracho la golpeaba hasta dejarla inconsciente, lo que no sabía Mack era que su confesor trabajaba y convivía con su padre, lo que al regresar del retiro le esperaba un duro castigo por parte de su padre, el cual lo ató durante dos días al enorme roble que estaba detrás de su casa, y entre versículos bíblicos, era golpeado con el cinturón cada vez que su padre se levantaba y hacia a un lado la botella. Este suceso y todo ese dolor le hizo pensar a Mack y armarse de valor para irse de su casa, dejando solo una nota para su madre se escurrió por la noche y se marchó, la nota decía “Espero que me perdones algún día”.
Tras años de arduo trabajo y de trasnochar por aquella ocasión donde empuñó un arma en un terrible conflicto, finalmente llegó a Oregon, donde conoció a la que sería su esposa, Nannette A. Samuelson, con la que tendría cinco hijos. Dos de los tres muchachos ya no viven en casa: John, recién casado, trabaja en ventas en una compañía local, y Tyler, recién egresado de la universidad, sigue en la escuela, estudiando una maestría. Josh y una de las dos mujeres Katherine, aún viven en casa y asisten a la universidad de la comunidad local. Y por último esta Melissa, Missy como le dicen.
Toda la felicidad que había alcanzado Mack, se habría de terminar, cuando la gran tristeza entró a su vida y él casi dejó de hablar por completo, cambio bastante, se volvió más serio que de lo costumbre, ya casi no hablaba con Will. Pasaron los años y la pena de Mack seguía, y buscando una forma para desahogarse, Mack, aunque siendo bastante bueno para la comunicación verbal, no le satisfacía su habilidad para escribir, algo que sabe que a Will le apasiona. Así que se lo pide, Will escribiría esta historia, su historia, para sus hijos y su esposa.
CAPÍTULO 1: “CONFLUENCIA DE CAMINOS”
Llega el mes de marzo y con él, las lluvias torrenciales tras un invierno anormalmente seco. Hay algo que llena de júbilo en aquellas tormentas que interrumpen la rutina diaria, será la nieve o la lluvia glacial, que liberan la mente de Mack y lo hacen refugiarse en un cálido libro. Lo que iniciaría como un día tranquilo, cambiaría la vida de Mack al recibir un mensaje. Mack saldría de su casa directo al buzón, pero antes de ver la correspondencia, se detendría a contemplar el hermoso manto de nieve, que cubriría el pueblo. El mensaje no contenía ni dirección, ni remitente, Mack arrancó una de las orillas del sobre, y curiosamente empezó a hurgar dentro de éste, en donde encontró un pequeño rectángulo de papel, donde simplemente decía:
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Mack se quedó inmóvil, su mente era invadida por una y mil emociones, sintió náuseas, enojo y sus pensamientos no eran gratos ni bueno. Lo único que se le ocurrió en ese momento, era pensar que era una broma de mal gusto, por parte de Tony, el cartero, un italiano muy amable, de gran corazón pero un poco insensible. “¡Idiota!” exclamó Mack, guardando el sobre en su abrigo y regresando a su casa.
Una tormenta comienza a parecer y la familia de Mack, estaba con su cuñada, Arlene era la hermana de Nan, con la que al parecer iban a pasar la noche ella y sus hijas. La tarde comienza a caer y a Mack se le ocurre hablar a casa de Arlene, para saber de su familia y contarles de la broma que según él Tony le había jugado, pero al platicar con Nan, ella le aclara que Tony no pudo ser porque él ni siquiera podría llevarles el correo, por todo el caos que la tormenta generó. Esto dejó intrigado a Mack, pero al seguir hablando, Nan comenta que su hija Kate parece ser indiferente con la familia, que ya no sabe cómo hablar con ella y en sus propias palabras.
-Hablar con Kate es como hablar con una piedra.
Terminaron de hablar y Mack seguía intrigado por el mensaje que le dejaron esta tarde, aunque de una cosa estaba seguro, esta noche iba a dormir solo, pensando solo sobre aquel mensaje desconcertante, que no lo dejaría dormir.
CAPÍTULO 2: “LA OSCURIDAD SE AVECINA”
Durante la noche, el inesperado viento cálido del oeste, sopló en Willamette, librando al paisaje del helado paso de la tormenta. En la mañana siguiente, cuando Nan y los chicos habían llegado, todo parecía que a Mack ya se le había olvidado lo ocurrido el día de ayer, pero no era así, la nota nunca se alejó de su mente, pero él nunca la volvió a mencionar, aunque no sabía aún que pensar, y no quería incluir a Nan en eso si resultaba ser una broma cruel.
Pequeñas distracciones, como la tormenta de hielo, era un agradable aunque breve respiro de la perturbadora presencia de su constante compañera: la Gran Tristeza, como él le decía. Poco después del verano en el que Missy desapareció, la Gran tristeza se había vuelto parte de la esencia de Mack. Aunque sus esfuerzos por librarse de ella eran agotadores, la pérdida de un hijo no se logra olvidar tan fácil, aquella tristeza se apoderó completamente de Mack, comía, trabajaba, amaba, soñaba, en fin vivía con ese pesado recuerdo y lentamente veía pasar todos los días puesto que aquella penosa perdida le quitaba las ganas de respirar nuevamente.
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