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LA NOCHE BOCA ARRIBA. JULIO CORTAZAR


Enviado por   •  8 de Marzo de 2020  •  Documentos de Investigación  •  479 Palabras (2 Páginas)  •  289 Visitas

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LA NOCHE BOCA ARRIBA.

JULIO CORTAZAR.

Aquella noche salía a pasear en moto, freno con el pie y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de una mujer, y junto con el choque perdió la visión: fue como dormirse de golpe.

La ambulancia policial llego a los cinco minutos, estaba bajo los efectos de un shock terrible al momento que despertó ya se encontraba en un hospital…

Comenzó a soñar que era perseguido por los aztecas que andaban a caza de hombre y su única probabilidad era esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la calzada que solo ellos, los motecas, conocían. Abrió los ojos y ya era tarde, sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no querían darle mucha agua. La fiebre lo iba arrastrando a un estado donde no sabía si las cosas eran reales o no.

La guerra florida había empezado con la luna y llevaba ya tres días y tres noches; la caza continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso. Todo tenía su número y su fin. Y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los cazadores.

Una lámpara violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte, a veces un dialogo en voz baja. Todo era grato u seguro, sin ese acoso, sin… la luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.

Como dormí de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a la pesadilla. Quiso enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado en el suelo, en un piso de lajas helado y húmedo. Con el mentón busco torpe mente su amuleto y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido, ninguna pegaría lo salvaría del final. Lo habían traído al teocalli, eran las mazmorras del templo. Vio abrirse la puerta de golpe, y el olor de las antorchas le llego antes que la luz. Iba tironeado por cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo, lo llevaban, era el final.

El pasadizo seguía interminable, y el boca arriba jimio apagadamente por que el techo iba a acabarse, y la la altura una luna menguante le calla en la cara donde los ojos no querían verla, desesperadamente los abría y los serraba buscando pasar al otro lado, descubrir de nuevo el techo del hospital. Y cada vez que se abrían era de noche mientras lo subían por la escalinata, con la cabeza colgando hacia abajo, en lo alto las hogueras, las columnas de humo perfumado, y vio la piedra roja, brillante de sangre. El sacrificador, venia hacia el con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzo a cerrar otra vez los parpados, aunque sabía que no iba a despertarse, estaba despierto, que el sueño había sido el otro.    

   

 

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