La belleza de Lirio en Raciel

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La belleza de Lirio en Raciel

rase una vez en un extremo del campo, un lugar muy lejano, donde muy pocos podían llegar, crecía una hermosa flor llamada Lirio. Rodeada de ortigas, piedras y pequeños animales que admiraban la belleza que tenía, la flor vivía feliz en aquel natural lugar, cada día sonreía a sus compañeros, les regalaba su amistad y la alegría de estar con ellos.

        Cierto día, visitó el lugar un ave llamado Raciel, ella era de plumaje de múltiples colores, muy bella. Lirio, admirada por su belleza, quiso conocerla y trató de ser su amiga hablándole de lo feliz que vivía en el campo, compartiendo la amistad de todos los que habitaban con ella, pero Raciel en su frio corazón, la rechazó, despreció con fealdad y maldad la amistad de Lirio y la de todos los compañeros del aquel humilde lugar.

-No sé como puedes vivir aquí entre ortigas y piedras. En este lugar donde todos son iguales, crees que es hermoso, porque no conoces la verdadera belleza, comentó Raciel, en cambio, yo si conozco lugares encantadores donde infinidad de flores pueden lucir su belleza y ser admiradas por quienes merecen la pena.

        Lirio, se sintió triste y confundida, con el paso del tiempo empezó a lamentar su suerte, a sentirse horrible, incluso a odiar a los que vivían a su lado a quienes ahora veía feos y miserables. Tan solo en aquel lugar, ellos le daban amor y otras veces en tiempos de sequía le daban el agua que no había para ellos, para que Lirio, se mantuviera bella y reluciente, sencillamente por el hecho que la amaban. Raciel, en sus frecuentes visitas, seguía envenenando el corazón de Lirio, le hablaba de paraísos lejanos, haciéndole odiar cada vez más a sus amigos, los cuales ya ni se atrevían a ver a Lirio y vivían dolorosamente su desprecio.

        En el campo todo seguía igual, el río corría por las piedras, la arboleada se mecía al ritmo del viento, las pequeñas flores crecían, los  animales brincaban de un lado a otro, pero Lirio ya no era la misma, cada vez se volvía más egoísta, se alejaba de ellos, con su desprecio. Raciel, la visitaba tan frecuentemente, que Lirio ya no hablaba con nadie.

Un día, Lirio, ya no pudo más, no aguantaba tanta desdicha y pensando en las bellezas, lujos de otros campos, le dijo a Raciel:

        -Quiero irme de este pobre lugar, conocer los verdaderos paraísos, esos campos donde hay lirios como yo,  llévame a esos lugares fabulosos que conoces donde yo pueda lucir mi belleza en todo su esplendor.

        Raciel, escuchando la voz, al fin había envenenado por completo el corazón de Lirio, logrando que ella odiara el campo y a sus verdaderos amigos, tomo  entre sus alas a la bella flor y la arrancó con su pico,  la llevó lejos, pero a las pocas, Lirio se marchitó y murió.

El ave regreso de nuevo aquel hermoso campo entre piedras y ortigas, entregó a Lirio muerta, se fue y no volvió jamás.

Los amigos de Lirio,  lloraron y la enterraron, ellos aprendieron que no debes escuchar a quienes llenan el corazón de amargura, quienes enturbian el alma, te siembran el desosiego, ellos van arrugando el corazón. Hasta que llega un día, ya no escuchas a quien de verdad te ama y en su soledad marchitan la vida.

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