La vida sigue, Celina

El mundo sigue, Celina

Porquería, eso es la vida de Celina, que desgraciada y resignada vive, o más bien, sobrevive  dejando que otros usen su cuerpo.                         El mundo sigue Celina, es un cuento del escritor René Del Risco Bermúdez, una historia demasiado triste que trata sobre los malpasares y desventuras de la miserable vida de Celina;  La China, La Rubia, Susana, y Dios sabe que otros  nombres le fueron otorgados para desempeñar la tarea que en el bajo mundo de la prostitución constituye el día a día de Celina, (aunque noche a noche estaría más acorde con la situación) y el contexto bárbaro, en que un casi sádico destino le hace bullying.

Esta chica desde la edad de 13 años se ve iniciada en esta práctica abominable,  aún cuando ella no está enterada de que, precisamente esa "práctica abominable" será su deplorable medio de subsistencia con o sin intención en ese momento, e ignorando, con toda certeza el desastre que será de ahí en adelante su vida, su intento de vida. Pero quizá esa no sea la intención de la mayoría de mujeres que se ven de alguna forma inducidas a esos caminos, para ser sometidas por esa clase de vida que degrada, arrastra y consume a sus protagonistas. No admito, bajo ningún concepto que llevar esa clase de vida sea el ideal de ningún ser humano con dignidad y amor propio, pero soy del conocimiento, sin embargo, de que hay casos en que la situación nos supera, ya que no podemos manejar nuestro entorno.

La desventurada vida de Celina se limita tumbarse, sentir el repugnante sudor ajeno en su piel, aspirar el despreciable hedor a ron y dejar que le partan el alma, como define ella esos encuentros sexuales, si es que se le puede llamar así a esos despreciables y tortuosos  momentos  a los que se ve obligada, digo obligada y no forzada porque lo segundo da la impresión de implicar fuerza física, entiéndase violación, pero lo de Celina no es violación propiamente dicha, porque a pesar de que es una inclinación cruel y despiadada de la miserable vida que le toco vivir desde que, de bebé "la empujaban de la hamaca", es ella quien se tumba para que borrachos y babosos hagan con ella las barbaridades que quieran, la sometan y la traten como si tuvieran derecho mangonear su cuerpo de aquí para allá, por unos miserables quince o, con suerte veinte centavos, por consiguiente no es violación, es consecuencia de la situación.

Pero ella sigue, con pena, con dolor, con desesperanza, con hastío y creciente repugnancia hacia la nefasta  y perra vida que según ella, sus constantes y continuas lamentaciones le tocó; muy bien, le concedo que no tuvo las mejores oportunidades al ser hija del ''Gran Cesáreo Contreras'', vivir en los cañaverales y ayudar a su padre en su laboriosa tarea de ser cañero, y no la juzgo ni condeno, ni mucho menos, por ser una pequeña niña temerosa de un horrendo espantapájaros a merced de una manada de lobos hambrientos en medio de la nada, que por un trozo de carne fresca se vuelven baba, sin respetar posición, situación o estado, nada más notar remotas posibilidades de que empiece la temida transición de niña a mujer se lanzan a por el premio como si la vida se les fuera en ello, cual clan de hienas hambrientas a la espera que de que caiga el desvalido antílope para rifárselo a la garata con puño....  Pero si bien no merece ser culpada por ser víctima inocente de esa situación inhumana que la llevó a caer desde un principio en ese infierno viviente que ella misma describe a todas luces, critico abierta y severamente el hecho que haya permanecido en él...   Treintaisiete años, dice ella, los cabellos partidos, arrugas en la frente y en los ojos y aún no ha asimilado el golpe, una vida siendo solo objeto de quien quiera, cuando quiera y donde quiera, sin embargo, vuelve a lo mismo noche tras noche, ¿para qué? para malpasar, para apenas poder comer, otra vez lo mismo de siempre.

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