Leyenda. Una vez hace diez años en un barrio de Guayanilla, había una casa muy grande abandonada.

Una vez hace diez años en un barrio de Guayanilla, había una casa muy grande abandonada. La casa llevaba aproximadamente 15 años abandonada y se decía que estaba embrujada. Supuestamente, en esta casa murieron cinco personas, dos adultos y sus tres hijos. dice que la madre hizo un pacto con el diablo para que su esposo no le fuera más nunca infiel, ya que en más de tres ocasiones estuvo con diferentes mujeres, incluso una de ellas quedó embarazada. Ese embarazo duró cinco meses, la mujer tuvo un supuesto aborto natural, pero todos culpan a la esposa del hombre, ya que ella era una “bruja” y le había “echado una maldición”. Cuando la esposa se enteró del embarazo, el “diablo” se apoderó de ella y mató a su esposo, a sus hijos y luego se suicidó. Nunca se encontraron los cuerpos de los niños, pero sabían que los había matado porque dejó una nota diciendo: “Lamento haber asesinado a los niños, ellos no tienen la culpa.” Esto ocurrió en la noche, la sirvienta encontró a la mujer y al hombre muertos cuando en la mañana fue a la casa.

Se dice que los espíritus de los niños aun merodean la casa y que sí vas a escucharlos corriendo por todas partes y sus infinitas risas. Dicen que si un hombre que le es infiel a su mujer entra tendrá una muerte lenta debido a una enfermedad terminal y solo pueden escucharlos, pero que, si un niño entra, los tres niños lo invitaran a jugar y así mismo el niño desaparecerá y al tercer día de estar desaparecido lo encontraran en una cama en el segundo piso de la casa degollado.

Esta leyenda, se la contaron a unos niños del barrio y quedaron aterrorizados, obviamente dijeron que nunca iban a entrar a la casa. Un día estaban todos jugando en el barrio y a uno de los niños se le ocurrió la idea de retar a los demás de entrar a la casa, pero que tenían que entrar cada uno solo, no acompañados y quedarse adentro de la casa por al menos cinco minutos. Eran seis niños tenían entre ocho y doce años, Jaime de nueve, dijo que no lo haría porque después su madre lo regañaba, todos le comenzaron a decir: “gallina” “miedoso”, etc.; él decidió no hacerles caso e irse para su casa. Cuando se pusieron de acuerdo de que si lo harían comenzaron a caminar hacia la casa, cuando llegaron al frente de la casa Laura, que tenía ocho años comenzó a llorar del miedo y se fue corriendo. De seis, quedaban cuatro que estaban totalmente decididos en cumplir el reto.

Primero, entró Cesar, pero no duró ni tres minutos dentro de la casa. Luego entró Carlos, pasaron los cinco minutos y no salía, los niños se preocuparon y ninguno se atrevía a ir a ver qué pasaba que Carlos no salía. Hasta que Emanuel cogió valor y entró, cuando entró no veía nada, pero escuchó un ruido muy fuerte y miró hacia arriba, cuando miró hacia arriba el candelabro que colgaba del techo le cayó encima, así fracturándole los brazos, las piernas y varias costillas. Luis, que estaba afuera al escuchar ese ruido y ver que ninguno de los dos salía, decidió ir corriendo a buscar ayuda. Los padres de Luis fueron hasta allá al ver la escena llamaron al 911, llegó la policía y la ambulancia, se llevaron a Emanuel y comenzaron la búsqueda de Carlos. Efectivamente, a los tres días apareció en el segundo piso de la casa, en la cama del cuarto de los niños degollado. Así mismo, el papá de Luis comenzó a enfermar cada vez más, hasta que murió. Descubrieron que este señor le era infiel a su esposa con la secretaria. Ya que la leyenda se hizo realidad ordenaron la inmediata demolición de la casa, así fue que encontraron los cuerpos de los niños que llevaban quince años enterrados, por esto es que sus espíritus merodeaban aun la casa…

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