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El águila y la abeja

Había una vez un águila grande, bonita y de color café que paseaba por encima de las montañas felizmente pensando que iba a hablar en su proyecto de Literatura. Después de un rato el águila estaba un poco cansada así que decidió bajar a aterrizar para ir al rio y beber un poco de agua. Al llegar al rio el águila se dio cuenta de que una abeja chiquita, amarilla y muy tierna se estaba ahogando así que fue a rescatarla y la coloco a un lado del rio.

-Muchas gracias agila. Dijo la abeja.

-No tienes nada que agradecer, hoy por ti, mañana por mí. Contesto el águila.

-Si no llegas tú, ahorita ya no viviría para contarlo así que te invito a comer a mi casa, ¿qué dices?

-Me parece perfecto abeja, muero de hambre.

-Muy bien, no se diga más. Sígueme.

El águila comenzó a seguir los pasos de la abeja mientras platicaban de todo un poco en su trayecto hacia la casa. Después de unas horas llegaron finalmente a la casa y la abeja invito a la águila a pasar para que se pusiera cómoda y comenzar a preparar una rica comida.

-Qué bonita es tu casa. Dijo el águila.

-Muchas gracias, hace poco que la compre y le he hecho algunos ajustes.

-Pues qué bonita te está quedando. Permíteme salir para llamarle a mi mama y avisarle que llegare un poco tarde a mi casa.

-Claro, pasa! Mientas yo preparo la mesa.

El águila salió a la calle, llamo a su mama, le contó lo sucedido en el rio  y aviso que llegaría más tarde ya que la abeja lo había invitado a comer para demostrar el agradecimiento. Al colgar la llamada una persona se acercó y agarro al águila muy fuerte, evitando que esta pudiera zafarse. La abeja miro por la ventana lo que estaba sucediendo y salió volando rápidamente para salvar a su amigo. La abeja picoteo al hombre, éste de tanto dolor soltó al águila y huyo.

-Muchas gracias abeja. Dijo el águila

-No tienes nada que agradecer águila, hoy por ti mañana por mí.  

El águila se echó a reír y respondió:

-Valla que hoy fue por los dos

-Claro,  ¿tú qué crees que hubiera pasado si no hubiéramos coincidido?

-No lo sé abeja, tal vez no viviríamos para contarlo.

-Tienes razón. Águila, ¿te gustaría ser mi mejor amigo de hoy en adelante?

-Claro que si abeja, cuenta con mi amistad. Dijo el águila.

Al terminar de platicar, el águila y la abeja entraron a comer y después de un rato el águila se retiró agradeciéndole a la abeja por haberle salvado la vida, por la comida y por una nueva amistad.

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