100 años De Soledad
Enviado por Caaamiii.16 • 1 de Julio de 2015 • 1.440 Palabras (6 Páginas) • 528 Visitas
o, o recorrer veredas distintas diferentes campos magnéticos, laberintos, espejos, ese día García Márquez descubrió la forma interior de su novela.
Emir Rodríguez Monegal
La importancia del nivel cronotópico radica en la constatación de que la concepción del tiempo es rigurosamente correlativa con la concepción del mundo. Además, esta categoría expresa “la conexión esencial de relaciones temporales y espaciales asimiladas artísticamente en la novela”1. A través del cronotopo se organizan los eventos narrativos de la obra y se posibilita la visión del tiempo en el espacio. La cronotopía permite, asimismo, la comunicación de la información narrativa. "En el cronotopo artístico literario tiene lugar la unión de los elementos espaciales y temporales en un modo inteligible y concreto. El tiempo se condensa aquí, se comprime, se convierte en visible desde el punto de vista artístico; y el espacio, a su vez, se intensifica, penetra en el movimiento del tiempo, del argumento, de la historia. Los elementos del tiempo se revelan en el espacio, y el espacio es entendido y medido a través del tiempo".2
Ahora bien, la génesis cronotópica de Cien años de soledad conduce al lector desde la primigenia "aldea feliz" (pág. 90) "de veinte casas de barro y cañabrava" (pág. 79), "ordenada y laboriosa"(pág. 89), a un "campamento de casas de madera con techos de zinc, poblado por forasteros que llegaban de medio mundo en el tren" (pág.343). Un Macondo "próspero y bien encaminado hasta que lo desordenó y lo corrompió y lo exprimió la compañía bananera, cuyos ingenieros provocaron el diluvio como un pretexto para eludir los compromisos con los trabajadores" (pág. 478).
Después del diluvio, "Macondo estaba en ruinas. En los pantanos de las calles quedaban muebles despedazados, esqueletos de animales cubiertos de lirios colorados, últimos recuerdos de las hordas de advenedizos que se fugaron de Macondo tan atolondradamente como habían llegado. Las casas paradas con tanta urgencia durante la fiebre del banano, habían sido abandonadas. La compañía bananera desmanteló sus instalaciones. De la antigua ciudad alambrada sólo quedaban los escombros. Las casas de madera, las frescas terrazas donde transcurrían las serenas tardes de naipes, parecían arrasadas por una anticipación del viento profético que años después había de borrar a Macondo de la faz de la tierra" (pág. 456), y convertirlo en "un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la cólera del huracán bíblico" (pág. 558).
Es decir, el texto presenta la génesis, el desarrollo y la destrucción del microuniverso. La degradación del tiempo, a pesar de su naturaleza cíclica, corre pareja con el deterioro espacial de Macondo. Desgaste, progresivo e irrevocable, en donde los vocablos "peste" y "fiebre" participan de una serie de deconstrucciones y crean espacios verdaderamente polisémicos. Analizaré en detalle el siguiente "microespacio de lectura".
Aquel espíritu de iniciativa social desapareció en poco tiempo, arrastrado por la fiebre de los imanes, los cálculos astronómicos, los sueños de transmutación y las ansias de conocer las maravillas del mundo. De emprendedor y limpio, José Arcadio Buendía se convirtió en un hombre de aspecto holgazán, descuidado en el vestir, con una barba salvaje que Úrsula lograba cuadrar a duras penas con un cuchillo de cocina. No faltó quien lo considerara víctima de algún extraño sortilegio. Pero hasta los más convencidos de su locura abandonaron trabajo y familias para seguirlo, cuando se echó al hombro sus herramientas de desmontar, y pidió el concurso de todos para abrir una trocha que pusiera a Macondo en contacto con los nuevos inventos. (pág. 90, el subrayado es mío).
Si se observa con detenimiento, no es necesario forzar el texto para percibir que esa "fiebre de los inventos" que brota del fragmento anterior, está deconstruyendo la fórmula "fiebre del oro", que claramente remite al discurso de la Conquista. Tampoco debe olvidarse que la fiebre del oro engendró leyendas como las de El Dorado (en el propio territorio colombiano), y fue uno de los motores principales, si no el más importante, de la conquista del continente. Un análisis detallado permite sacar a la luz por lo menos dos cadenas de signos estrechamente vinculados con el motivo de la Conquista. Por un lado, los signos: "sueños", "ansias", "sortilegio", "locura"; por el otro, la imagen del sujeto semiótico
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