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A La Bella Sophia


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2013  •  456 Palabras (2 Páginas)  •  544 Visitas

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A la bella Sophia.

Aquella era una tarde de invierno cuando la conocí en un pequeño café de la calle de Tacuba. Ella tenía bellos caireles y una mirada penetrante de unos ojos cafés que no tenían igual, así era la bella Sophia.

Ahora está en un lúgubre ataúd, igual de bella pero sin rasgo de vida alguna, pareciera que se levantara para pasear conmigo, como lo hacíamos aquellas tardes de invierno por la Alameda Central. Escuchar el trino de los pájaros y sentir la vida, pero ahora, esto solo es un vago recuerdo de aquellos días sin igual. Que más me queda sin la bella Sophia, tal vez delirar que sigue viva y que en nuestra fría casa de la Condesa aun esta ella, oyendo aquel vals Sobre las olas, mientras prepara la merienda y yo espero su gritopara que baje a merendar: -“Augusto baja que la merienda se enfría”-

Ahora la casa es tan fría como un invierno ruso ,más fría que nada,tan tétrica como un cementerio al anochecer, Sin mi Sophia no hay quien ponga la vitrola, Mientras yo sigo esperando su llamado, aunque sé que eso ya nunca sucederá.

Algunos días creo verla caminando por mi alcoba, acomodando perfectamente cada cosa en su lugar, la ropa, los zapatos, los pefumes, probándose sus largos vestidos para los bailes en Palacio Nacional. Me aprisiona la melancolía, aquel día cuando le pedí matrimonio a los ojos del mismo Don Porfirio Díaz. Aun recuerdo cómo fijó su mirada, con esos ojos cafés penetrantes y con sus labios me dijo:

-“Si Augusto… ¡Sí! - Esas palabras nunca las olvidaré.

Y con grato honor el Sr. Don Porfirio dedicó esa noche a los comprometidos, esos días fueron los mejores de mi vida, (ahora son una tortura sin ella.)

Funestos fueron los días después de su muerte, una noche mientras yo dormía, (sin previo aviso) sentí unas manos frías recorriendo mis mejillas y una voz dulce empezó a susurrar en mi oído -¡Augusto! ¡Augusto! quedate tranquilo, que siempre estaremos juntos y en algún momento no lejano nos reuniremos pronto. En ese mismo instante, abrí los ojos y ella estaba ahí, tan bella como siempre, pero con una misteriosa luminosidad espectral, al mirarla a sus ojos empezó a difuminarse su silueta espectral como si estuviera despidiéndose de mí, en ese instante yo impresionado por la aparición de mi amada, empecé a gritar:

-¡Sophia vuelve! ¡Por favor vuelve de la muerte! ¡No me dejes sin ti!..Sophia… Sophia Sophia…-

Desde aquel día (de la aparición de Sophia), la nostalgia y tristeza murieron. Ahora reina la tranquilidad en mi mente al saber que ella me sigue a amando desde donde está y que en algún momento nos reuniremos.

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