A puerta cerrada vs. La metamorfosis.

El ser humano es una especie cuyo rasgo esencial que lo diferencia de los otros animales es la capacidad de razonar. Sin embargo, existen otros aspectos que distinguen al ser humano, por ejemplo, sentir. A pesar de que los animales también sienten, los humanos tienen la capacidad de conectarse con la tierra, con otras personas, pero sobre todo; consigo mismos. La capacidad de tomar decisiones que los lleven a su propia salvación o destrucción, sólo puede verse presente en el ser humano. Sin embargo, con la llegada del capitalismo, las personas dejaron de estar conectadas consigo mismas para empezar a guiarse por algo tan frívolo como lo es el dinero, y todo por el naciente régimen capitalista.

El capitalismo llegó a Europa a principios del siglo XVI con la aparición de la revolución industrial, que cambió todo el sistema económico, político, social y cultura de la época. Con esta revolución, aparecieron las máquinas, se dio el avance tecnológico dos veces mayor que como se veía presentado en los patrones de la historia. El capitalismo, que como bien se sabe es un sistema económico y político en el que la base es la capital, y se necesita de grandes producciones y exceso de trabajo, logró también, con ese avance tecnológico, que los hombres fueran reemplazados por máquinas. Esto hizo que el desempleo aumentara en la población y así, los obreros y demás trabajadores aceptaban cualquier empleo que les ofrecieran por poca que fuera la paga, ya que necesitaban alimentar a sus familias. Así, un nuevo concepto fue instaurado; la explotación de trabajadores en masa. Gracias a la poca demanda de trabajo, los proletarios cuidaban muchísimo su trabajo.

Con el capitalismo instaurado como base de la nueva sociedad, poco a poco, las personas comenzaron a perder su esencia, y estaban tan apegados a conseguir suficiente capital para cumplir la demanda de dinero para alimentar a su familia, se apegaron al trabajo y perdieron los lazos consigo mismos. Pronto, la humanidad ya no pensaba más que en producir. Más tarde, las personas comenzaron a comprar más y más cosas, lo que conllevó al consumismo. Así fue como el ser humano dejó de serlo, así fue como el ser humano se deshumanizó.

El consumismo se ha desarrollado así a través del tiempo con este fin instaurado por las empresas a las que les conviene el capitalismo. Éstas necesitan de grandes producciones para mantener consumistas a los individuos, el capitalismo necesita de una sociedad en la que la verdadera esencia se haya perdido, y la tecnología fue la excusa perfecta para mantener a las grandes masas con las mentes adoctrinadas.

A pesar del gran consumismo que predominaba en el mundo, empezaron a aparecer filósofos y grandes pensadores que comenzaron a criticar el consumismo y aparecieron corrientes filosóficas que cuestionaban la deshumanización y la caracterización del ser humano. A este corriente se le denominó existencialismo.

En el siglo XIX aparecieron dos autores que fueron cruciales para el desarrollo del existencialismo: Franz Kafka y Jean Paul Sartre. Casualmente, sus nombres empezaron a oírse en la literatura y la filosofía en épocas parecidas, Kafka aproximadamente en 1924 con la publicación de La Metamorfosis y El proceso, y Sartre con A puerta cerrada, en 1980.

En ambos libros puede verse presente un patrón de existencialismo que es presentado al lector a través de la ficción, pues ambos tienen elementos de ésta misma. En ambos, el capitalismo se ve presente en forma de crítica a la sociedad consumista.

En el libro La metamorfosis, Kafka hace énfasis a la forma en la que su familia, al enterarse que Gregor se ha convertido en insecto, sólo se preocupa de dónde sacarán ingresos para mantener la familia ya que según ellos, sólo Gregor podía trabajar, aquí, es evidente que la familia Samsa tenía impuesta el estereotipo del capitalismo, en el que la mayor preocupación era conseguir capital.

En el libro A puerta cerrada, por Jean Paul Sartre, el autor también hace énfasis en un estereotipo creado por el capitalismo y el consumismo. Sin embargo, de forma diferente. En esta obra dramática, Sartre plasma más que todo los estereotipos de belleza y machistas.

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