Actitud Japonesa
Enviado por NeryMeda • 4 de Marzo de 2014 • 1.259 Palabras (6 Páginas) • 258 Visitas
RESPIRAR LA VIDA
¿Hay algo que marque más claramente la frontera entre la vida y la muerte que la respiración? Nos estrenamos en el mundo con el llanto catártico que introduce en nuestros pulmones la bocanada de aire inaugural: Señoras y señores ¡Da comienzo la vida! De ahí en adelante, acompañando todos los avatares de la existencia, estarán actuando, funcionando en ese ritmo continuo de inhalaciones y exhalaciones. Así, hasta que llegue el momento del "último suspiro". Decimos que alguien expiró cuando dejó de respirar y por tanto de vivir.
De modo que nuestra respiración es nuestra eterna acompañante de vida. Tanto si estamos conscientes como si no, ella mantiene presente su ritmo. Es un acompañamiento tan sensible y receptivo que se adapta a cada cambio, cada actividad, cada estado de ánimo.... Así es, porque la respiración es el puente entre lo físico, lo mental y lo emocional. Una respiración profunda y completa provoca físicamente la eliminación de la tensión muscular, mayor aporte de oxígeno a la sangre y a todos los órganos; mentalmente, una mente más clara, atenta, libre de pensamientos obsesivos. En cuanto a la respuesta emocional, sabemos los psicólogos que la ansiedad y la respiración profunda son respuestas incompatibles, que jamás pueden darse simultáneamente, así como que los estados de ansiedad van siempre acompañados de respiración alta y superficial en el límite de provocar la hiperventilación. Esto nos da una idea de cómo al hablar de la respiración, los procesos mentales, físicos y emocionales se influyen, se superponen, se imbrican unos en otros sin que sea posible la separación.
Veamos como sucede en la práctica. Tenemos, en el momento actual una psicopatología muy extendida: el ataque de pánico dentro del Trastorno por Ansiedad. Alguien pasea por algún lugar más o menos lleno de gente, de pronto, sin saber cómo ni porqué, la angustia oprime el pecho, taquicardia, sudoración, sensación de muerte inminente y una total indefensión atrapan a la persona. El final, una vez en urgencias de cualquier hospital cercano, suele ser la misma persona respirando dentro de una bolsa por prescripción médica: es el sencillo fin de tan abigarrado rosario de sensaciones fatales.
¿Qué pasó? Existe un cuadro llamado "hiperventilación ansiosa". La ansiedad, sobre todo cuando hay crisis de pánico, se acompaña de una respiración rápida y superficial. El CO2 de la sangre baja y la persona entra en alcalosis (la sangre se vuelve alcalina). El cerebro lanza la voz de alarma pidiendo el cese de la respiración hasta compensar el pH de la sangre, pero la angustia es más potente que los demás factores y la persona sigue respirando más y más (es la reacción que provocan el miedo y la indefensión). Su sangre se vuelve francamente alcalina y entra en tetania: los labios se contraen, la palabra se hace dificultosa, los dedos se engarrotan y las muñecas se flexionan. Todo esto aumenta más todavía el nivel de angustia y se entra en un circulo vicioso... Es el círculo del miedo y la ansiedad que se alimentan a sí mismos. Estos síntomas son vividos con sensación de muerte inminente por la persona lo cual, además de ser aterrador, no hace más que aumentar los mismos. El médico de urgencias que conoce bien lo que pasa prescribe a la persona a que respire su propia exhalación cargada de CO2 para reequilibrar los niveles. A continuación un Valium le ayudará a descansar tras tan devastadora experiencia.
Algo tan asequible y cercano como la respiración, hace de puente entre el estado emocional y la reacción física. Esta misma persona, puede comenzar por aprender este mecanismo, a manejar su fisiología respiratoria y así, teniendo con ella una herramienta, comenzar su aprendizaje de control sobre sí misma evitándose las durísimas experiencias del ataque de pánico. Después la psicoterapia podrá completar este aprendizaje.
Este ejemplo extremo y tan fácil de prevenir, nos da idea de la importancia que tiene "saber respirar".
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