Bajo la luna roja
Enviado por carolinacuevas • 21 de Enero de 2013 • Ensayo • 1.054 Palabras (5 Páginas) • 438 Visitas
BAJO LA LUNA ROJA
Wendi Yasmin Martínez Castillo
En el momento que estuvó dentro de él, su alma se le fue en un aliento de dolor y de gracia, tal cual el viento se lleva las hojas que en el suelo mueren.
Ni siquiera podía recordar cómo había llegado a ese punto, pues era tal su dicha que la misma conciencia que siempre la mantuvó en pie, en ese momento no existía.
Fue largo el camino para ella, pero el encontrarlo aquella vez representaba un nuevo aliento de vida, un pequeño destello en su nublada alma y una gran pasión en puerta.
El dolor que su cuerpo sentía se opacaba bajo el placer de aquella alma destrozada en cada capa de cordura y rectitud. No le importaba que lo que su corazón y su cuerpo experimentaban no estuviera bajo los escrúpulos de lo correcto, pues ya lo único que la mantenía viva era ser dueña de aquel exaltante hombre.
Recordar no le importaba, es más, solo vivir aquellos juegos perversos le revivía la mente y le alimentaba el espíritu. Tanto había hecho ya por él, que ni Dios en su infinito amor podía perdonar aquel pecado infame.
-Has mirado ya la luna, es hermosa pero no mas que tu.
Fue lo último que le dijo antes de entregarse por completo a esa mujer sublime.
La noche en que ocurrió todo, Katy ya tenía a Yael prendado del alma, siendo muy tarde para arrancárselo de si.
Katy la odiaba, realmente la odiaba. Su corazón nunca había albergado un sentimiento tan ruin hasta que supo quién era ella.
Hasta unos días antes Patricia era insignificante, era nadie, pero en cuanto Katy supo que ella era la mujer de ese hombre que la volvió loca, la aborreció hasta con la última gota de veneno que en su interior jamás se derramó.
Yael y Katy se encontrarían una vez mas en aquel campo donde la luna llena sería testigo de su pasión embriagante.
Esa noche, Patricia la siguió. Desde hacía varios días se había percatado de cosas, cosas que la inquietaban aun estando en casa con Yael, pero que sin duda esa noche habría de descubrir.
Katy escuchó pasos y su corazón salto de regocijo al pensar que su amante estaba ahí, pero no, era Patricia la que en su lugar llegaba, estando dispuesta a pelear por lo que era suyo.
La confrontó, exigiendo su retirada inmediata, acusándola de intrusa pero Katy no estaba dispuesta a renunciar al hombre que tantas noches de pasión ya le había otorgado.
Patricia se le lanzó cual hembra herida aunque estaba consiente de que sólo una iba a salir victoriosa, pero a la otra sin importarle el dolor de las heridas a aquel desdichado estorbo le puso fin.
No sintió ni pena ni nada, es más, su alma se tranquilizó pues consiente estaba de que destrozó a aquella letal enemiga en cuyas manos su felicidad se desmoronaba.
La miró ahí, tirada y aún caliente en el suelo infértil, pero no sintió remordimiento alguno, es más, sintió que una enorme carga se deslindaba de su cuerpo y que la opresión de su garganta por fin la dejaba respirar.
Se le acercó y sin ningún miedo acarició su rostro y también
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