Bodas De Sangre
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BODAS DE SANGRE. FEDERICO GARCÍA LORCA: RESUMEN DE LA OBRA POR ACTOS.
Publicado en 20 abril, 2012 de josecarlosarandalengua
ACTO I
CUADRO PRIMERO
(Habitación pintada de amarillo)
Entra el novio para despedirse de la madre, se va a las viñas. La madre quiere que se lleve el almuerzo, pero tiene prisa, se comerá unas uvas. Le pide a la madre la “navaja” para cortarlas y la madre se descompone al escuchar la palabra. La busca mientras lanza maldiciones a las navajas y a todas las armas que pueden acabar con la vida de un hombre. El hijo trata de calmarla en vano porque el recuerdo del marido y el hijo muertos violentamente está ahí y la madre no puede comprender que al asesino solo tenga el presidio como castigo porque no es pena suficiente cuando los suyos están muertos. Siente miedo cada vez que ve salir a su la hijo por la puerta, desearía que fuera mujer para que permaneciera en casa. El novio bromea con ella y trata de apartar su mente del miedo.
Aprovecha la ocasión para sacar el tema de su propia boda. La madre no se muestra muy conforme porque siente que va a quedarse sola y, aunque el hijo le ofrece vivir con ellos, no puede abandonar a sus muertos, se siente en la obligación de vigilar que no entierren junto a ellos a algún Félix, familia de los asesinos de su marido y su hijo, sería imperdonable. Los novios llevan ya tres años de relaciones y la madre se muestra preocupada porque le ha llegado el rumor de que ella tuvo un novio de joven, pero él lo niega. De cualquier forma, le hubiera gustado conocer a la madre de la novia. Finalmente, acepta la boda del hijo y ajustan la petición de mano para el domingo siguiente. Para ello, encarga a su hijo que compre unas medias caladas para la novia y tres trajes nuevos para él. Quisiera tener nietos y nietas que llenen la casa. El novio le asegura que querrá a su mujer y la madre lo despide con un beso no sin antes encargarle que cave bien la parte del molinillo que la tiene descuidada.
Llega una vecina vestida de oscuro, pañuelo en la cabeza. Le cuenta a la madre que hace dos días trajeron al hijo de la vecina con los brazos cortados por una máquina. Se consuela pensando que sus hijos, ya muertos, al menos no están expuestos a accidentes. La madre reacciona: “Todo eso son invenciones, pero no consuelos”. Después pregunta a la vecina sobre la novia: es una buena muchacha, vive sola con su padre en una casa de las afueras, a diez leguas. Se interesa por la madre de la muchacha: aunque guapa, no era del agrado de la vecina, no quería a su marido, era orgullosa, pero no fue motivo de habladurías. La madre comenta que le habían dicho que la chica tuvo un novio. La vecina se lo confirma: tendría ella unos quince años, pero él ya se casó con una prima de la novia. Se llamaba Leonardo, de la familia de los Félix. La madre reacciona ante el nombre, se pone de pie, y la vecina trata de calmarla porque Leonardo solo tendría unos ocho años cuando sucedió la tragedia. No merece la pena intervenir: “Tú estás vieja. Yo también. A ti y a mí nos toca callar”. Más calmada, terminan la conversación hablando del calor que hace. La madre se dirige a la puerta, se detiene y se santigua. (TELÓN)
CUADRO SEGUNDO:
(Habitación pintada de rosa, con cobres y ramos de flores populares. En el centro una mesa con mantel. Por la mañana)
La suegra de Leonardo sostiene un niño en brazos mientras la mujer en la esquina hace punto de media. Están cantando una nana a dúo (“Duérmete, clavel, que el caballo no quiere beber…”). Cuando acaban, la suegra va a acostar al niño justo en el momento en que llega Leonardo. El niño ha pasado mala noche pero ya está bien. Leonardo viene del herrador, el caballo pierde muchas herraduras. La mujer le recrimina que lo use demasiado tiempo, pero él lo niega. Sin embargo lo vieron y el caballo llegó reventado de sudar. Él trata de cambiar de tema. No vino a comer porque lo entretuvieron los medidores de trigo. La mujer le ofrece un refresco de limón frío que él acepta. Entra la suegra y comenta que el caballo está reventado. La mujer disculpa a Leonardo, estuvo con los medidores de trigo. La mujer informa a su marido de que han pedido a su prima -la exnovia-. Comentan que la futura suegra no está muy satisfecha con el enlace y Leonardo apostilla que “ella es de cuidado”. La suegra recuerda que fue su novia y Leonardo consuela a su mujer recordándole que la dejó para casarse con ella.
Llega una muchacha cotilleando sobre los regalos que el novio ha comprado en la tienda. Describe las medias caladas: golondrina en el tobillo, un barco en la pantorrilla y una rosa en el muslo. La suegra apunto que pueden porque tienen dinero y, además, van a juntar dos buenos capitales. Leonardo se pone nervioso, echa a la muchacha y se enfrenta a su suegra cuando le recrimina su actitud. La mujer trata de indagar sobre el sentido de su agitación pero sin respuesta. Ante la presión, Leonardo se levanta y se marcha ofuscado.
Los gritos han despertado al niño. La suegra va a por él y regresa con el niño en brazos. Vuelven las dos mujeres a cantar la nana con que se inició el cuadro. (TELÓN)
CUADRO TERCERO:
(Interior de la cueva donde vive la novia. Al fondo una cruz con grandes flores rosa. Las puertas redondas con cortinas de encaje y lazos rosa. Por las paredes, de material blanco uro, abanicos redondos, jarros azules pequeños espejos)
La madre y el novio son invitados a pasar por una criada que se retira. A solas hablan de las tierras, de lo lejos que están, son buenas aunque de secano. Llega el padre de la novia y tras los saludos de rigor vuelven a centrarse en las tierras: las tierras de la novia producen esparto, son buenas, pero mejores las del novio, las viñas son más ricas. La pena es que no están juntas, pero no hay que pensar en vender sino en comprar siempre. El padre se lamenta de no tener hijos varones que le hubieran ayudado, habría comprado las tierras hasta el arroyo; las malas tierras, con buenos brazos, se hacen buenas.
Padre y madre ensalzan las virtudes de sus respectivos hijos y se ajustan para celebrar la boda el jueves siguiente, coincidiendo con el 22 cumpleaños de la novia. Solo entonces, el padre manda llamar a la novia. Esta llega y saluda a la madre que le entrega los regalos. Los recibe con respeto pero sin alegría. El padre los invita a una copa que ellos rechazan porque él no bebe. Queda en regresar al día siguiente, a las 5. La novia sigue sin mostrar emoción. Se despiden, la madre besa a la novia y el padre los acompaña hasta la puerta.
Ya a solas, la criada le propone ver los regalos que le han traído pero ella lo rechaza, parece
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