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Calle Arramberri


Enviado por   •  14 de Mayo de 2016  •  Resumen  •  558 Palabras (3 Páginas)  •  192 Visitas

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El libro narra de una manera hibrida entre reportaje y novela el asesinato de Antonia Lozano, de 54 años y Florinda Montemayor, de 21 años; realizado el 5 de abril de 1933, en la casa con el número 1026 de la calle Arramberi, Monterrey, N.L. México. 

La madrugada de ese día (alrededor de las 6:00 a.m.) Delfino Montemayor encontró en su domicilio que a su esposa e hija las habían masacrado con saña inusual y todo por un puñado de monedas de oro y plata que a nadie sacaría de la pobreza. Antonia Lozano y Florinda Montemayor amanecieron amarradas y tasajeadas, pero no eran tasajos al desaire, eran cortes precisos como de un médico cirujano o un tablajero experimentado en cortes de carne de res. Además, a la joven la habían violado mientras, quizás, observaba la madre. La policía dio cuenta de que a las dos mujeres se les había cortado el cuello limpiamente y que sus cabezas solo estaban pegadas al tronco por la parte de atrás de la piel del cuello, labor que mostró el fino y preciso oficio de los carniceros.

El espanto y morbo que se inició en este sitio escandalizó, unas horas después, a todo el estado y comenzaron las conjeturas, una de las cuales ubicó al criminal dentro de las filas de los inmigrantes que venían de otras entidades; ya que en ese tiempo se había registrado  una intensa migración de los municipios rurales neoleoneses a la ciudad, así que la población culpó, en principio, a los migrantes que no eran bien vistos porque habían alterado la paz regiomontana con sus costumbres, pero sin competir con obreros y labradores. 

Lo cierto es que después las autoridades establecieron que los asesinos eran conocidos de las victimas ya que la puerta de entrada no se mostraba forzada. Los criminales habían dejado casi limpio el lugar de posibles pistas que los inculparan. Así que, al paso de los días, surgieron múltiples y variadas versiones sobre los asesinos los autores del crimen, aunque dos prevalecieron: la de un niño que condujo a hacía el sitio donde estaban los culpables y, como segunda opción, un perico que repetía espantado”No me mates, Gabriel”.

Un detalle guío a la captura de los asesinos: había un rastro de sangre que salía de la casa con rumbo a otro domicilio situado a escasos metros. Para asombro de todos, dos de los asesinos resultaron ser sobrinos de la señora Florinda y hallaron las pertenencias de la familia en el negocio que tenían a la vuelta de la casa. Uno de ellos llamado Gabriel habló. El y dos secuaces planearon el robo junto con un chofer y el asesinato de las mujeres, a quienes mataron para no ser reconocidos. Arrestados y en espera de una dura condena, fueron ejecutados al aplicarles la ley fuga en una loma llamada de la santa Cruz, situada a la entrada y en enfrente del cementerio de General Zuazua, Nuevo León. Luego los cuerpos de los asesinos fueron expuestos para calmar el morbo y las buenas conciencias de la sociedad regiomontana de la época. La gente del Monterrey de entonces lo calificó como una venganza ordenada por el padre y esposo de las dos mujeres que perdieron la vida. 

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