Canasta De Cuentos Mexicanos
Enviado por ivanjuan • 12 de Marzo de 2013 • 460 Palabras (2 Páginas) • 661 Visitas
Escuela Normal Superior De Tamaulipas
Campus Nuevo Laredo
Modalidad Mixta - Especialidad Español
Estrategias didácticas, textos narrativos y poéticos
“Reseña de Canasta de Cuentos Mexicanos”
B. Traven
Alumna:
Vianney Garza Luna
Docente:
Ricardo Pérez Saavedra
Nuevo Laredo, Tamps; 14 de Julio del 2011.
Índice
Canastitas en serie.
Solución inesperada.
La tigresa.
Amistad.
El suplicio de San Antonio.
Aritmética Indígena.
Dos burros.
Una medicina efectiva.
Juzgando con bombas.
Corresponsal extranjero.
“Canastitas en serie”
Un turista llamado Mr. E. L. Winthrop llego a México y se aventuró a conocer algunas regiones, fue así como un día llego a un pueblo del estado de Oaxaca.
Al caminar por la calle principal, encontró a un indio sentado en cuclillas a la entrada de su jacal, el cual elaboraba canastitas de paja y otras fibras recogidas en los campos tropicales que rodean al pueblo. El material que utilizaba estaba muy bien preparado, su color lo sacaba de varias plantas e insectos, los procedimientos que utilizaba únicamente su familia los conocía.
Elaboraba canastas para aumentar sus pequeños ingresos, lo que ganaba con su venta no le bastaba para sostenerse, en realidad vivía de lo que cosechaba en su milpa después de mucho sudor y trabajo.
Era un humilde campesino y un gran artista, en cada canasta se veían los más hermosos diseños de flores, mariposas, pájaros, ardillas, antílopes, tigres y otros animales de la selva, no estaban pintados sobre la canasta, al tejer las fibras tan hábilmente se podían admirar las imágenes en el interior y exterior de la canasta, las cuales brotaban de su imaginación.
Las canastas se podían utilizar de mil maneras, para guardar costura, como centros de mesa, como alhajeros, etc.
Se tardaba quince o veinte horas de trabajo hacer una canasta, al tener listas dos docenas, los sábados que era día de tianguis salía a vender, el indio pagaba un tostón de impuesto e
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iniciaba la venta. El precio era de ochenta centavos o seis reales y medio, pero en la regateada el precio quedaba en cuarenta centavos y a la hora de pagar solo había treinta centavos o un billete de cincuenta pesos el cual no podía cambiar el indio.
Cada canasta era una pieza de arte única y sin le quedaban canastas del tianguis iba casa por casa a venderlas, lo que resultaba peor ya que era tratado como un mendigo y tenía que soportar palabras desagradables e insultos.
Mr. Winthrop le pregunto al indio en cuanto
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