Capitulo XIX Temas Selectos

CAPITULO XXV

“SI QUEREMOS REFORMAR ESCUELAS CONFORME A LAS NORMAS VERDADERAS DEL CRISTIANISMO, HEMOS DE PRESCINDIR DE LOS LIBROS DE LOS GENTILES O, POR LO MENOS, USARLOS CON MAS CAUTELA QUE HASTA EL PRESENTE”

• Si queremos tener escuelas verdaderamente precedente, es necesario alejar de ellas la turba de doctores gentiles.

• La escritura inspirada por la divinidad es útil para la doctrina.

• Todo lo que es necesario aprender o ignorar lo aprendemos en las escrituras. Cosiodoro: la sagrada escritura es escuela celeste, erudición vital, auditorio de la verdad, enseñanza ciertamente singular, la cual ocupa a los discípulos con fruto, no con inútil gasto de palabras, etc.

• Profesores y maestros de los profetas y apósteles, santos varones, instruidos todos en la verdadera sabiduría, mostrando todos con su palabra y ejemplo el camino de la verdad y la salvación; en donde los discípulos son únicamente elegidos de Dios, primicias compradas para Dios de entre los hombres, por el cordero; los inspectores y custodios los ángeles, y los arcángeles, los principados y potestades de los cielos. Cuanto en ella se enseña confiere ciencia verdadera por encima de todos los raciocinios del cerebro humano, cierta, perfecta y que se extiende a todos los usos de esta vida y de la otra. Solamente la boca de Dios es la fuente de donde fluyen todos los arroyos de la sabiduría; solo el rostro de Dios es el luminar que esparce los rayos de la verdadera luz; solo la palabra de Dios es la raíz, de donde preceden las semillas de la verdadera inteligencia.

• No debe imputarse el abuso de las cosas, sino a las personas; hay cristianos piadosos a quienes en nada perjudica la lectura de los paganos.

• En los libros de los filósofos, oradores y poetas se contiene grandísima sabiduría.

• Si es cierto que no sirven para el conocimiento de la teología, enseñan, sin embargo, la filosofía que no puede sacarse del sagrado código, dedicado solamente a nuestra salvación. La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas.

• Los libros de la sagrada escritura son demasiados difíciles para la juventud, por lo cual hay que proporcionar otros libros hasta que crezca su juicio.

• La escritura es demasiado sublime y excede a la capacidad de la edad infantil.

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