Comparacion Entre El Velorio Y La Muerte Obligatoria
Enviado por PieIzquierdo • 3 de Febrero de 2013 • 440 Palabras (2 Páginas) • 2.382 Visitas
El velorio y La muerte obligatoria
El Velorio, una de las pinturas más reconocidas de Francisco Oller que actualmente se encuentra en el Museo de la Universidad de Puerto Rico, representa una escena del velorio de un niño muerto en o antes de haber cumplido los siete años. Este tipo de velorio era llamado un baquiné. De acuerdo con esta tradición, si un niño bautizado muere con tan pocos años, como su alma está pura y libre de pecados, irá directamente al cielo como un ángel, y de allá protegerá a su familia de enfermedades y otros males. Para los creyentes, esta muerte se convierte en motivo de fiesta de despedida del ángel, acompañada con oraciones, cantos, baile, comidas y bebidas. Analizando más profundamente la pintura se puede ver que en el medio se encuentra un mendigo siendo el único que presenta algún tipo de interés en el difunto en vez de la diversión. La mayoría de las personas en el cuarto se encuentra mirando detenidamente el lechón que cuelga del techo o divirtiéndose con el baile. Francisco Oller utiliza esta pintura como una critica a esta costumbre, la cual él personalmente consideraba absurda.
Ciertas similitudes se encuentran entre esta situación y la del velorio presentado en La muerte obligatoria por Emilio Díaz Valcárcel. Primero, ambos velorios son en una casa. Segundo, el velorio aquí esta repleto de vecinos que no tienen relación directa con la casi difunta abuela del narrador. Todos los vecinos que llegan al velorio celebran felizmente y beben como si fuera un tiempo de alegría mientras que las hijas de la casi difunta lloran y gritan incontrolablemente aunque aun no había muerto esta. La tía Altagracia y la madre del narrador terminan en una situación similar a la de los padres del niño difunto, los cuales son vistos en la parta izquierda de la pintura. Ambas parejas están rodeadas por los vecinos ruidosos e ignorantes a la situación frente a ellos y están solos en su dolor.
Aunque no haya ninguna figura que pueda ser comparada con el tío Segundo, el hombre que forzó el velorio para poder asegurarse de que no gastó su tiempo viajando a la Isla con esperanza de que su madre haya muerto, se puede ver al narrador como el mendigo en el centro de la pintura. El narrador es el único que está verdaderamente pendiente al estado de vida o muerte de la abuela. Todas estas similitudes apuntan a que Emilio Díaz Valcárcel hizo una crítica casi exactamente igual a la que Francisco Oller demostró con su pintura.
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