Cortejos Del Diablo (análisis)
Enviado por applause • 26 de Octubre de 2014 • 5.244 Palabras (21 Páginas) • 603 Visitas
Evaluación de las ideologías en Los cortejos del diablo, de Germán Espinosa
A cuatro siglos de distancia del contexto social, político e ideológico de la Inquisición, el escritor colombiano Germán Espinosa ha escrito la novela Los Cortejos del Diablo (1), texto de ficción en el que se alude, de manera mediata, al problema de la Inquisición en Cartagena de Indias, a la práctica de la brujería, la hechicería, el judaísmo y la demonolatría, consideradas en aquel contexto como prácticas heréticas, que se apartaban de la línea "normal" y eran por tanto perseguidas y castigadas hasta con la hoguera por el tribunal religioso aludido. Ubicado en la época de la modernidad, el escritor caribeño, testigo de las políticas institucionales y de los movimientos de la sociedad civil a favor de los derechos humanos y la tolerancia ideológica y religiosa, ha ficcionalizado literariamente, teniendo como substrato material y real el mundo de la Inquisición, de la concepción maniquea cristiana del bien y del mal. En su ficción, empero, se hacen patentes los procesos de secularización del arte, el alejamiento de la visión teocrática del mundo y la novela como ironía narrativa. Proceso de secularización que "no solo consistió en el uso de nociones y conceptos religiosos para expresar cosas mundanas y profanas, no solo, pues, en la 'mundanización' de la vida, sino en algo más profundo que anunciaron Hegel y Jean Paul y desde Nietsche se conoce como la muerte de Dios?" (2) entendida esta como su 'ausencia'; mundanización que en la 'sociedad burguesa' o 'sociedad civil' está asociada con "un sistema de valores, los de los intereses privados, los de la utilidad, los del hedonismo, los del lujo, los de la riqueza, los de la 'democracia', los que resumió Louis Philippe, el rey burgués, en la consigna 'enriquecéos' (3). En cuanto a la ironía narrativa es importante subrayar que, por su naturaleza de ficción, la novela en estudio, lleva en sus enunciados discursivos desajustes o desviaciones entre el nivel superficial y el nivel profundo del discurso narrativo. Desajuste o desviación que de acuerdo con Jonathan Tittler produce dos clases de ironía: la "intencional (a menudo verbal) y otra, llamada ironía accidental (o ironía de los 'sucesos')" (4). Esta última, comprendida como ruptura de las expectativas que el desarrollo del discurso o de los eventos ha creado, en el lector o el espectador, producida por el empleo de elementos paradógicos. Es el procedimiento empleado por Germán Espinosa para desmontar las expectativas creadas a través de una secuencia de eventos en Los Cortejos del Diablo, eventos que culminaron con el contrapunteo de preguntas y respuestas entre el juez inquisidor y el barbero "impostor" Orestes Cariñena quien decía haber encarnado en muchos personajes históricos ilustres pero en el teatro. Esa ironía narrativa es vehículo para la evaluación crítica de la moral cristiana y su represión de la sexualidad, de los "valores", la hipocresía y las dobleces de la jerarquía católica y el clero. Sin embargo, como construcciones literarias, que retrotraen (ficcionalizándolo) un periodo de la historia propiamente dicha, Espinosa relata historias mediante el diseño de un discurso con fórmulas latinas, arcaísmos y relato de eventos y situaciones que tienen como finalidad contextualizar las historias narradas en ambos textos, mediante el discurso literario, a la ideología religiosa de la Iglesia Católica, secuencias e indicios que aluden mediatamente al pasado colonial, al barroco como movimiento literario de la Contrarreforma. Por otro lado, en el armazón de la estructura del relato, las secuencias narrativas (funciones cardinales (5), según Barthes) y los indicios e informantes (funciones integradoras) aluden mediatamente al periodo de acumulación originaria de capital donde el empleo de mano de obra esclava, generó elevadas formas de plusvalía y manifestaciones de una vida sibarita. Sin embargo, tal alusión se presenta, en su doble carácter cronológico y lógico (para el caso de las funciones cardinales) como enlace de lo histórico y lo mítico-legendario.
En el caso específico de Los Cortejos del Diablo, el lector se enfrenta a un texto que es hipérbole y parodia de lo barroco y de su agente la Iglesia Católica y la Contrarreforma; parodia de la Inquisición y del inquisidor. El concepto de parodia se emplea aquí con las connotaciones de género que le atribuyó el crítico ruso Mijail Bajtin: imitación burlesca y satírica de una obra literaria o de un personaje, cuya autoridad y jerarquía se degrada, desacraliza y destrona; degradación, desacralización y destronamiento que comportan un alejamiento y desvío del modelo imitado; imitación que va acompañada de una concepción grotesca del cuerpo y que conlleva rebajamiento, corporización y vulgarización (6). La imagen corporal de la figura del Inquisidor Juan de Mañozga, personaje que simboliza la autoridad y jerarquía eclesiástica e inquisitorial, es construida con base en los códigos que degradan, desacralizan y rebajan. Es la imagen de un cuerpo monumental en las postrimerías de la vida; con la piel despellejada y llena de ampollas; con una cojera rayando casi en la hemiplejía; la imagen del anciano que se ha ensuciado en las bragas pues a su edad ya "no debe confiar en el pedo" [L.C.D.: 210]; en fin la imagen de la autoridad destronada, primero, por su propio subalterno, el guardián de la cárcel, el alcaide Fernández de Amaya, quien ordena a los médicos cargarlo en vilo para la práctica de un examen; y finalmente, por las brujas que lo alzan por los aires y se lo llevan a la tierra de la brujería, Tolú. En cuanto a que el texto Los Cortejos del Diablo es hipérbole y parodia de lo barroco, tal aserto se puede sustentar estableciendo una correlación de tipo formal, estilístico y textual de aquel con la naturaleza y el modo de ser de lo barroco. Tomando en cuenta, entonces, la caracterización que de este movimiento hace Vittor Manuel de Aguiar E. Silva, encontramos que en la obra de Espinosa "Las tensiones del barroco se expresan frecuentemente en antinomias entre el espíritu y la carne, entre los gozos celestes y los placeres mundanos, la fruición terrenal y la renuncia ascética, así como en la descripción y el análisis del pecado, del arrepentimiento y de la penitencia, del éxtasis y de la beatitud interiores" (7). Según De Aguiar E. Silva, "el barroco es arte de exuberancia y de intenso poder expresivo, apto para celebrar las glorias del cielo y las pompas de la tierra, destinado a impresionar con fuerza los sentidos [...]" (8); tal exuberancia y poder expresivo aparecen en Los Cortejos del Diablo a través de los procedimientos de
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