Cuentos De Tío Coyote Y Tío Conejo
Enviado por kilollll • 22 de Septiembre de 2012 • 1.023 Palabras (5 Páginas) • 1.216 Visitas
Cuentos de Tío Coyote y Tío Conejo
I
Estera una vez una viejita que tenía una sandilla. Sandillas grandes de tierra negra. Un día por ahí, se vieron Tío Coyote y Tío Conejo, y como estaba madurando el sandillal, se concertaron para merendárselo. Tío Conejo cuidaba un rato y Tío Coyote comía, y así, al revés. Pero la viejita que estaba encariñada con su campito de frutas todos los días renegaba: "¡Bandidos, ladrones, me las van a pagar!".
El domingo la viejita al salir de misa se fue donde el Señor Obispo y le dijo:
-¡Señor Obispo, le voy a mandar de regalo una gran sandillota, la más rica!
Y el Señor Obispo la bendijo.
Pero Tío Conejo estaba en el patio robándose unas lechugas y oyó a la viejita y ay nomás salió en carrera onde Tío Coyote:
-Tío Coyote, vamos a hacerle una buena pasada a esta vieja renegona.
Y se fueron hablando.
A poquito llegó la viejita y ellos se escondieron detrás de unas matas. Y la viejita fue tanteando todas las sandillas, una por una:
-¡Esta es la más hermosa! La voy a cuidar para el Señor Obispo y pa que estos bandidos ladrones de frutas no la vean la voy a poner bajo estas hojitas de plátano.
Tío Conejo y Tío Coyote se estaban riendo y se volvían a ver. Y cuando se fue la viejita se fijaron donde estaba la sandilla y diario la iban a ver y la tanteaban.
Bueno, pues; pasaron sus días y ya estaba bien madura la sandía. ¡Grande y hermosa, bien aseada!
Y entonces Tío Conejo le abrió un hoyito y con la pata le fueron sacando y se fueron comiendo todo el corazón hasta que la dejaron vacía como calabazo. Y después se cagaron los dos dentro de la sandía y la volvieron a tapar dejándola a como estaba, bien disimulada.
Al día siguiente llegó la viejita:
-¡Qué buena sandilla! ¡Qué buen regalo para el Señor Obispo!
Y fue a traer su rebozo y cortó la sandía y se fue ligerita donde el Señor Obispo.
-¡Aquí le traigo este regalito, mi padrecito!
-¡Muchas gracias, mijita, Dios te lo pague!
Y cuando llegó la hora del almuerzo el Señor Obispo le dijo al Sacristán:
-Andá traeme un cuchillo grande bien filoso, pues yo mismo quiero partir esta sandilla tan hermosa.
Y ya se puso a partirla. Y pega el brinco. ¡Qué susto! ¡Estaba repleta de ñaña!
-¡Buff, dijo el Obispo, y la aventó de un lado -¡Esta vieja puerca ahora verá!
Y mandó al Sacristán que se la fuera a llamar.
La viejita llegó muy alegre, corriendo. "Esto es que el Señor Obispo me quiere agradecer con algún regalo", pensaba. Pero en llegando, el Señor Obispo esta furioso y le dio una gran regañada y le enseñó la ñaña de la sandilla y le dijo que se iba a ir al infierno por irrespetuosa.
Y se volvió triste. Y le iba echando maldiciones al que le hubiese hecho la trastada.
-Me las paga el que sea, dijo. Y puso a la entrada de la huerta un muñeco de breya (brea).
El Tío Conejo, que es fachento, llegó ese día al frutal y vio el muñeco que le cortaba el paso.
-¿Ideay, hombré? ¡Quitate de ahí o te quito!
Como el muñeco se quedó
...