¿Cómo comprenden Arata y Mariño la tarea de pensar históricamente? ¿Qué elementos y dinámicas constituyen dicha labor?
Enviado por Marcela222017 • 28 de Abril de 2017 • Ensayo • 2.746 Palabras (11 Páginas) • 5.680 Visitas
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ALUMNA:
ZURITA MARCELA BEATRIZ
CURSO:
3er. AÑO
PROFESOR:
JUAN MARCELO CUELLO
ASIGNATURA:
HISTORIA Y POLÍTICA DE LA EDUCACIÓN ARGENTINA
FECHA DE ENTREGA:
31/03/2017
INTRODUCCIÓN
El siguiente ensayo tratara a partir de los autores leídos, comprender la tarea de pensar históricamente y que elementos constituyen dicha labor, la dinámica del proyecto educativo y la profesionalización docente. Luego se hará un análisis de un texto periodístico que aborde la condición docente actual.
DESARROLLO
¿Cómo comprenden Arata y Mariño la tarea de pensar históricamente? ¿Qué elementos y dinámicas constituyen dicha labor?
¿Qué significa “enseñar a pensar históricamente”?
Es producir un pensamiento que se organiza y se recorta a partir de determinadas representaciones sobre la temporalidad, que establece nexos explicativos entre sus dimensiones pasadas y presentes. Cuando él sujeto piensa en su historicidad, asume la misma como una característica que le es propia y se reconoce como parte de la historia.
La educación está atravesada por la dimensión histórica, pues enseñar es un oficio que está cruzado por múltiples temporalidades.
Lo que se espera del alumno es no sólo que aprenda a razonar, sino que lo haga, además, de un modo particular, a saber, a razonar “históricamente”. Es esto, en última instancia, lo que justificaría la enseñanza de la historia.
El aprendizaje de los hechos del pasado se tornaría así relevante en la medida en que contribuiría no sólo a proveer un bagaje de información sino también, y fundamentalmente, a expandir nuestros horizontes presentes de pensamiento. Cabe decir, pues, que así como la enseñanza de las matemáticas, por citar un ejemplo, toma su sentido de una meta que trasciende la transmisión de conocimientos particulares (introducir en los alumnos el hábito del razonamiento lógico), también la enseñanza de la historia encontraría su objeto último en el desarrollo de una competencia específica: que es el “pensar históricamente”. Siendo esto así, el trazado de los diversos posibles sentidos que puede asumir hoy tal expresión equivaldría a la reconstrucción completa de la historia de cómo se ha modificado a través de los siglos la comprensión histórica.
La idea de una discontinuidad entre presente, pasado y futuro impide concebir un desenvolvimiento histórico como siguiendo un curso evolutivo orgánico. En este contexto, la idea del pensar históricamente se va a replegar sobre sí misma. Lo que la historia viene a enseñarnos ya no es ningún conjunto de valores o lecciones prácticas. Ésta sólo podría identificarse con el desarrollo de una aptitud: precisamente, la de pensar históricamente. Tras la idea de la enseñanza de la historia como remitiendo a la transmisión de una competencia particular nace, pues, una determinada concepción de la historia. En este caso, la confrontación con aquellas culturas y tradiciones que hoy nos resultan extrañas serviría, no para aprender ninguna lección de ellas que resulte válida para nosotros, pero sí para relativizar nuestros valores presentes, revelando el fondo de contingencia tras aquello que, en el marco de nuestra cultura, se nos aparece como natural. El intento de comprender a aquéllas nos obligaría a poner entre paréntesis supuestos que hoy asumimos acríticamente como válidos, traerlos a la conciencia, y así tornarlos en objetos pasibles de escrutinio crítico.
Pensar históricamente nos ubica como sujetos entre nuestra propia biografía y la de la sociedad de la que formamos parte. Al reconocer nuestra historicidad, damos cuenta que estamos hechos de tiempo, un tiempo que está compuesto por diferentes estratos.
Dicha labor está constituida por elementos y dinámicas como la siguientes: Una de ellas es la dimensión temporal, está compuesto por multiplicidad de factores, él tiempo social, es decir él que nos toca vivir, él contexto económico, político y cultural en él que nos hemos formado, las instituciones en la que nos hemos educado, lo que hemos leído, nuestra historia familiar, la condición de género y de la clase social.
Es decir que él docente debe incentivar al alumno para indagar en su propio presente. Él tiempo va a depender del contexto de cada uno y sobre cómo es su perspectiva, pues, sus características personales. (Donde vivió, donde tránsito su vida escolar, etc.). Respeto a la personalidad, va a inferir él tiempo en su vida personal, para así darle una significación al presente respecto a su propia mirada.
Describir la dinámica (ejes) que permite comprender la constitución y desarrollo del proyecto educativo argentino y las variables que coexisten en la misma.
Las dinámicas que permiten comprender la constitución y desarrollo del proyecto educativo argentino y las variables de las mismas son las siguientes:
El proyecto educativo hegemónico y sus alternativas:
El pasado toma forma en la medida en que hay un presente que lo convoca con tal.
Raymond Williams sostuvo que la hegemonía constituye un conjunto de prácticas y expectativas que organizan un sentido de la realidad que, a pesar de ser la visión “triunfante”, nunca termina de construirse como tal, ya que se encuentra siempre desafiada por otras que se producen dentro de la sociedad.
Los discursos pedagógicos hegemónicos son nociones y prácticas que lograron legitimar una visión de la educación, de sus objetivos y modos de llevarlos a cabo, imponiéndola sobre las demás. Estos discursos son el resultado de un proceso histórico que permanece abierto y sus nociones no se determinan de una vez y para siempre, sino que están sujetas a fricciones, impugnaciones y cuestionamientos.
Los enfoques interpretativos:
Hacer historia de la educación significó narrar la historia escolar, describir las principales ideas de las pedagogías triunfantes y privilegiar a un sujeto pedagógico por sobre él resto, es decir la niñez escolarizada. Puede ser peligroso porque existen hechos, experiencias e ideas que merecen ser recordadas mientras que experiencias y sucesos no.
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