Decrecimiento O Desconstrucción De La Economía:
Enviado por unmundosolidario • 22 de Septiembre de 2013 • 3.920 Palabras (16 Páginas) • 304 Visitas
Decrecimiento o desconstrucción de la economía:
Hacia un mundo sustentable*
Enrique Leff**
Resumen: El recrudecimiento de la crisis ambiental y su incontrovertible relación con el proceso económico –la
globalización de la economía de mercado–, ha reabierto el debate sobre la posible estabilización, des-escalamiento y
decrecimiento de la economía. Este artículo argumenta que tal decrecimiento no es posible dentro de la racionalidad
económica establecida. La construcción de sociedades sustentables reclama una desconstrucción de la racionalidad
económica y su paulatina sustitución por otra economía, fundada en los principios y potenciales de una racionalidad
ambiental.
Palabras clave: decrecimiento, desconstrucción, racionalidad económica, racionalidad ambiental, sustentabilidad
De-growing or deconstruction of economy: towards a sustainable world
Abstract: The worsening of environmental crisis and its incontrovertible relation with the economic process –the
globalization of the market economy–, has reopened the debate on the possibility of stabilizing, down-shifting and degrowing
of the economy. This article argues that such de-growing is not possible under the established economic
rationality. The construction of sustainable societies demands the deconstruction of the prevalent economic rationality and
its substitution by another economy, based on the principles and potentials of an environmental rationality.
Key words: de-growth, deconstruction, economic rationality, environmental rationality, sustainability.
Recibido: 08.11.08 Aceptado: 03.12.08
* * *
La apuesta por el decrecimiento
Los años 60 marcaron una época de convulsiones del mundo moderno. Al tiempo que irrumpieron
movimientos emancipatorios y contraculturales (sindicales, juveniles, estudiantiles, de género), explotó la
bomba poblacional y sonó la alarma ecológica. Por primera vez, desde que la maquinaria industrial y los
mecanismos del mercado fueran activados en el capitalismo naciente en el Renacimiento, desde que
Occidente abriera la historia a la modernidad guiada por los ideales de la libertad y el iluminismo de la razón,
se fracturó uno de los pilares ideológicos de la civilización occidental: el principio del progreso impulsado por
la potencia de la ciencia y de la tecnología, convertidas en las más serviles y servibles herramientas de la
acumulación de capital, y el mito de un crecimiento económico ilimitado.
La crisis ambiental vino así a cuestionar una de las creencias más arraigadas en nuestras conciencias:
no sólo la de la supremacía del hombre sobre las demás criaturas del planeta y del universo, y el derecho de
dominar y explotar a la naturaleza en beneficio de “el hombre”, sino el sentido mismo de la existencia
humana afincado en el crecimiento económico y el progreso tecnológico: de un progreso que fue fraguando
en la racionalidad económica, que se fue forjando en las armaduras de la ciencia clásica y que instauró una
estructura, un modelo; que fue estableciendo las condiciones de un progreso que ya no estaba guiado por la
coevolución de las culturas con su medio, sino por el desarrollo económico, modelado por un modo de
producción que llevaba en sus entrañas un código genético que se expresaba en un dictum del crecimiento, de
un crecimiento sin límites!
Los pioneros de la bioeconomía y la economía ecológica plantearon la relación que guarda el proceso
económico con la degradación de la naturaleza, el imperativo de internalizar los costos ecológicos y la
necesidad de agregar contrapesos distributivos a los mecanismos desequilibrantes del mercado. En 1972, un
estudio del MIT y el Club de Roma señaló por primera vez Los Límites del Crecimiento. De allí surgieron las
propuestas del “crecimiento cero” y de una “economía de estado estacionario”. En ese mismo tiempo,
Nicholas Georgescu Roegen estableció en su libro La Ley de la Entropía y el Proceso Económico, el vínculo
fundamental entre el crecimiento económico y los límites de la naturaleza. El proceso de producción generado
por la racionalidad económica que anida en maquinaria de la revolución industrial, le impulsa a crecer o morir
(a diferencia de los seres vivos que nacen, crecen y mueren, y de las poblaciones de seres vivos que
estabilizan su crecimiento. El crecimiento económico, el metabolismo industrial y el consumo exosomático,
implican un consumo creciente de naturaleza –de materia y energía–, que no solo se enfrenta a los límites de
dotación de recursos del planeta, sino que se degrada en el proceso productivo y de consumo, siguiendo los
principios de la segunda ley de la termodinámica.
Cuatro décadas después de la Primavera Silenciosa, la destrucción de los bosques, la degradación
ecológica y la contaminación de la naturaleza se han incrementado en forma vertiginosa, generando el
calentamiento del planeta por las emisiones de gases de efecto invernadero y por las ineluctables leyes de la
termodinámica que han desencadenado la muerte entrópica del planeta. Los antídotos que han generado el
pensamiento crítico y la inventiva tecnológica, han resultado poco digeribles por el sistema económico. El
desarrollo sostenible se muestra poco duradero, porque no es ecológicamente sustentable!
El sistema económico, en su ánimo globalizador, continuó soslayando y negando el problema de
fondo. Así, antes de internalizar las condiciones ecológicas de un desarrollo sustentable, la geopolítica del
“desarrollo sostenible” generó un proceso de mercantilización de la naturaleza y de sobre-economización del
mundo: se establecieron “mecanismos” para un “desarrollo limpio” y se elaboraron instrumentos económicos
para la gestión ambiental que han avanzado en el establecer derechos de propiedad (privada) y valores
económicos a los bienes y servicios ambientales. La naturaleza libre y los bienes comunes (el agua, el
petróleo), se han venido privatizando, al tiempo que se establecen mecanismos para dar un precio a la
naturaleza –a los sumideros de carbono–, y para generar mercados para las transacciones de derechos de
contaminación en la compraventa de bonos de carbono.
Hoy, ante el fracaso de los esfuerzos por detener el calentamiento global (el Protocolo de Kyoto había
establecido la necesidad de reducir los GEI al nivel alcanzado en 1990), surge nuevamente la conciencia de
los límites del
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