¡Despierta! ¡Despierta!
Enviado por Maria Isabel Montoya Morales • 1 de Septiembre de 2018 • Monografía • 1.275 Palabras (6 Páginas) • 95 Visitas
¡Despierta! ¡Despierta!
Tranquila, todo está bien. Ella siente la calidez de los brazos que la rescatan una vez más de sus tormentosos sueños.
-Tranquila, todo está bien –dice con voz dulce y suave la señora Claret, mientras abraza a Júpiter, su hija.
-Fue otra pesadilla, madre – dice Júpiter con la voz quebrantada, mientras se esconde aún más en los brazos de la señora Claret - ¿Cuándo pararán? – pregunta agobiada, con la esperanza de hallar una respuesta.
-Ya es tarde Júpiter. Debes bañarte ya, sino llegaras tarde –dice la señora Claret, mientras se desliza por los brazos de Júpiter; quien aún no la quería soltar.
-Está bien –susurra Júpiter resignad, mientras se levanta de su cama.
-Voy a prepárate un delicioso desayuno –dice la señora Claret, tratando en vano de lograr una sonrisa en los labios de Júpiter.
Júpiter siempre se ha tratado mucho tiempo en el baño, pues ella; ama sentir las gotas de agua sobre su cuerpo. En los días lluviosos Júpiter siempre es la joven más feliz de todo el mundo, para ella, la lluvia es una composición magistral del cielo, cada una distinta a la anterior. Hay días en que la melodía es triste y nostálgica, esos son los favoritos de Júpiter, pero ella no puede negar que cuando el cielo se encuentra feliz crea unas divertidas y vibrantes melodías.
-¿Vivaldi también habrá escuchado las melodías del cielo, cuando compuso las cuatro estaciones? –piensa Júpiter mientras se viste. -¡Júpiter baja ya! –escucha un grito desde las escaleras que la sacan abruptamente de sus pensamientos. - ¡Voy madre! –contesta Júpiter apresurando su ritmo a la hora de vestirse.
-Aun no comprendo maestro, ¿Por qué debo traerlo tan pronto? –pregunto algo anonadado.
-Porque es hora, hijo mío; así que, se obediente y ve a llamarlo –dice el maestro, mientras toma asiento.
Después de un rato regreso con él. – Aquí está, maestro –digo señalando al cretino que me hizo llevarle.
-¿Para qué me quieres? –Dice el fulano, con ironía.- bien, ¿Quién será hoy? –dice indiferente el cretino.
-Júpiter claret –dice el maestro. Y por primera vez veo una lágrima en sus ojos.
-Lo hare rápido –contesta la muerte (cuando arrogante es).
Mientras Júpiter desayuna, continúa pensando en lo hermoso que bailan las hojas, los árboles y hasta el viento; al compás de la lluvia.
-¿En qué piensas? –Pregunta la señora Claret, mientras toma un poco de su café (delicioso, cabe decir).
-En nada, madre –Contesta Júpiter indiferente. –Solo… -trata de terminar la oración, pero decidí callar.
-¡Vamos hija! Solo quisiera saber que pasa por esa cabecita –dice la señora Claret, mientras sujeta suavemente la nariz de Júpiter.
-Está bien, te voy a decir – contesta Júpiter, mientras gira sus ojos –todo sea por la tranquilidad de mi paz –pienso –continua Júpiter –en lo maravilloso que es el atardecer, en las nubes incendiándose por la explosión de colores que emite el sol al ocultarse, pienso en el susurro del viento, en…
-¿Qué te dice el viento? –interrumpe la señora Claret, mientras trata de ocultar su risa.
-Vez, madre por eso no te cuento nada –contesta Júpiter algo indignada.
La conversación se ve interrumpida por el estruendoso pito del transporte de Júpiter, ella sube apresuradamente al trasporte; y una vez allí le tira un beso a su madre, y esta; contesta con el mismo gesto que Júpiter. La señora Claret se queda contemplando a su hija hasta que ella desaparece de su campo visual.
-A ver, Júpiter claret, 17 años, una jovencita obediente… -digo
-Bla, bla, bla… -me interrumpe el cretino -¡que jovencita más aburrida!
-No es cualquier jovencita, ya lo veras –le respondo, mientras hago un esfuerzo sobre natural para no llorar. –ten, toma este polvo; cuando sea el momento adecuado deberás lanzarlo suavemente al rostro de Júpiter ¿entendido?
-Sí –contesta arrogante –Adiós, no creo que me tome mucho tiempo – dice mientras se marcha.
Lo veo alejarse sonriente por los pasillos donde la vida y la muerta bailan al compás del tic tac...
Aquel cretino la sigue noche y día como un carroñero esperando el momento justo para devorar su presa.
...