EL CHIGUIRO SE VA
Enviado por MIGUELNIO • 31 de Marzo de 2013 • 632 Palabras (3 Páginas) • 502 Visitas
CHIGÜIRO SE VA...
Una día Chigüiro hizo cosas que disgustaron a Ata, y Ata se molestó tanto que lo regañó.
Entonces Chigüiro le dijo:
– Me voy lejos, a donde nadie me regañe.
Tomó sus cosas, las metió entre una bolsa, y se fue sin decir nada más.
Caminó, caminó y caminó hasta que llegó a la casa de Vaca.
– Hola, Vaca –le dijo.
– Hola, Chigüiro –le contestó Vaca. Vaca estaba cortando flores y Chigüiro quiso ayudarle.
Cortaron margaritas, rosas, azucenas, hortensias y claveles. Después Chigüiro le dijo:
– ¡Qué bien se está a tu lado! Tú no me regañas como Ata. ¿Podría quedarme contigo?
– Está bien –contestó Vaca.
– Pero tengo hambre, mucha hambre –dijo Chigüiro.
Entonces Vaca, que también tenía hambre, hizo una tortilla de hierba que a Chigüiro le pareció horrible.
– ¡Qué fea está! Prefiero la tortilla de queso que prepara Ata. ¿Podrías hacerme una tortilla de queso?
Pero Vaca no sabía hacer tortillas de queso, así que Chigüiro le dijo:
– Me voy lejos, a donde me den tortilla de queso.
Y Chigüiro se fue sin decir nada más.
Caminó, caminó y caminó hasta que llegó a la casa de Tortuga.
– Hola, Tortuga –le dijo Chigüiro.
– Hola, Chigüiro –contestó ella.
Tortuga tenía puesto un sombrero de paja y estaba tomando limonada y comiendo hojitas de lechuga fresca mojadas en vinagreta.
Entonces invitó a Chigüiro a sentarse y le sirvió limonada y lechuga.
Después de un rato, Chigüiro le dijo:
– ¡Qué bien se está a tu lado! Tú no me regañas como Ata y no comes cosas horribles como Vaca. ¿Podría quedarme contigo?
– Está bien –contestó Tortuga.
– Pero quiero escuchar un cuento. ¿Podrías contarme uno?
Tortuga se acomodó y comenzó la historia:
– Había una vez... había una vez... había una vez... ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! No me acuerdo bien... –decía mientras bostezaba–. Había una vez, había una vez...
Entonces Chigüiro le dijo:
– Tú no sabes contar historias como las que cuenta Ata. Me voy lejos, a donde sepan contar cuentos.
Y Chigüiro se fue sin decir nada más.
Caminó, caminó y caminó hasta que llegó a casa de Tío Oso, que estaba meciéndose en su hamaca.
– Hola, Tío Oso –dijo Chigüiro.
– Hola, Chigüiro –le contestó. Tío Oso estaba rascándose la panza y comiendo miel de un jarro.
Tío Oso invitó a Chigüiro a que se subiera a la hamaca y le contó un cuento tras otro.
Entonces Chigüiro le dijo:
– ¡Qué bien se está a tu lado, Tío Oso! Tú no me regañas como Ata, no comes cosas horribles como
Vaca y no se te olvidan los cuentos como a Tortuga.
¿Podría quedarme contigo?
...