EL Mejor Dia Es...
Enviado por princess_pink • 2 de Agosto de 2011 • 1.124 Palabras (5 Páginas) • 900 Visitas
El mejoooooor dia eeeees..... el mejoooor dia essss hoooooy
Érase una vez una mujer que tenía cinco hijos a quienes amaba de todo corazón, y un esposo bondadoso y fuerte. Todos los días su esposo iba a trabajar en los campos, y luego regresaba a casa y partía leña o arreglaba arneses o reparaba el tejado. Todos los días los niños trabajaban y jugaban tanto que trazaban sendas en las malezas, y conocían cada escondrijo en tres kilómetros a la redonda. Y la mujer comenzó a temer que fueran demasiado felices y que todo llegara a su fin. Y oró así: «Por favor, envíanos felicidad eterna, que esta dicha dure para siempre.»
Al día siguiente apareció un viejo buhonero de rostro adusto y desplegó sus mercancías. Todas eran feas: tosco paño de lana, cacharros macizos, feos y prácticos como zapatos viejos. La mujer le compró un vestido porque era barato y resistente; el buhonero ya iba a marcharse cuando ella le vio un fuego en los ojos, un resplandor brillante como una estrella, y recordó su plegaria de la noche anterior.
— ¿No tendrá usted nada relacionado con... la felicidad? —preguntó.
Al buhonero le destellaron los ojos.
— Puedo dárselo, si quiere. Pero le diré qué es. Es que sus hijos crezcan y digan palabrotas, y luego se vayan para casarse con jóvenes que no simpatizarán con usted, al menos al principio. Es su esposo perdiendo fuerzas, y la granja deteriorándose ante sus propios ojos, y tener que venderla y mudarse a casa de su nuera porque ya no pueden mantenerse. Es sentir que las piernas se endurecen, y los dedos no pueden hacer encaje ni tejer ni batir mantequilla. Y al fin es morir, sentir que se va el cuerpo, deseando regresar a la juventud, cuando los hijos eran pequeños, sólo por un día. Y después...
— ¡Basta! —exclamó la mujer.
— Pero hay más —insistió el buhonero.
— He oído suficiente. —Y lo echó de la casa.
Al día siguiente apareció un hombre en una carreta pintada con colores brillantes, con un caballo llamado Carpi Deem al que le gritaba continuamente. Era un vendedor de elixires que venía del este, con pociones para esto y píldoras para aquello, y sedas y bufandas tan brillantes que herían la vista. Todos gozaban de buena salud, así que la mujer no quiso comprar ninguna medicina. Sólo compró una pieza de seda, aunque el precio era muy alto, porque se veía muy azul en su cabello dorado.
— ¿Tiene usted algo relacionado con la felicidad? —preguntó.
— Por supuesto. Aquí, en este frasco, está el elixir de la felicidad. Un trago, y el mejor día de su vida la acompañará para siempre.
— ¿Cuánto cuesta? —preguntó ella, temblando.
— Sólo lo vendo a quienes tienen un día digno de guardar, y entonces lo vendo barato. Un rizo de un cabello dorado, eso es todo. Se lo doy al Amo de usted, así él la conocerá cuando llegue el momento.
Ella se cortó un mechón, se lo dio al vendedor y se sirvió un sorbo en una tacita de estaño. Cuando se fue el vendedor, la mujer pensó en el día más feliz de su vida, que era sólo dos días antes, el día en que había rezado. Y bebió ese sorbo.
Bien, su esposo regresó cuando oscurecía, y los niños fueron a verle preocupados.
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