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EL REVÉS DE LA EXISTENCIA


Enviado por   •  13 de Junio de 2014  •  1.223 Palabras (5 Páginas)  •  146 Visitas

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En la oscuridad permanente de un mundo, se encontraba toda la familia en el cementerio, con bombas de fiesta en sus manos. Cada uno reflejaba esa sonrisa pegajosa en su rostro, los adultos gritaban de alegría mientras los pequeños pedían un poco de disciplina, sólo había que esperar a que llegara el desepulturero. Sabían que así fuese abuelo o abuela estarían aún más contentos, la verdad, no importaba, sólo querían encontrarse con la sabiduría.

- Ojalá no sea tan joven como el último - dijo esperanzada Amelia.

Abrieron el ataúd, impacientes por ver su contenido. Era el ser más arrugado que jamás habían visto, lo ayudaron a levantarse. Hiperactivos, toda la familia lo llevaron a la casa y le dieron las mejores atenciones como bienvenida a la existencia.

- ¿Cómo te llamas? – inquirió Amelia, una linda niña rubia y un poco curiosa por recordar todo aquello que alguna vez supo.

- Juan - respondió con dificultad el anciano.

- Te quiero hacer una pregunta, ¿Puedo? – inquirió la niña tímidamente mientras su madre le daba al abuelo un café dietético.

- Dime – dijo el anciano con cara de que no le gustaba perder el tiempo con habladurías.

- ¿Por qué olvido cada día más cosas?, ¿Por qué me veo más pequeña?, ¿Qué le sucede a mi cuerpo y mente?...

- Espera niña - le interrumpió impacientemente el viejo sujeto – dijiste que sólo una. Mira, yo no te puedo responder ninguna de ellas, pero creo saber lo que sientes. Si hay algo de lo que sí sé, es que como sea que estén ocurriendo las cosas, nosotros los seres humanos nunca estaremos satisfechos de ello. Además, ¿No sería absurdo que corriera la vida de otra manera?, ¡Sería imposible!, así que sólo sé como te toca, ¿Sí?, no me molestes más por favor.

Luego de decir aquello, el anciano cogió un libro, lo puso en sus piernas y luego fue por un lápiz, acercando el borrador para las eliminar letras con una mano y, con la otra, sostuvo una vela encendida para calmar el oscurantismo. Nadie sabía cómo había llegado todo aquello, pero les incomodaba tanta información… ¡Mejor acabar con ella de una vez!

Amelia se retiró desilusionada e insatisfecha de la respuesta que le dio la persona que había esperado tanto tiempo, la persona que todo el mundo escuchaba y le pedían consejos, pero que, sin mucho esfuerzo, desechó el interés de aquella niña con mente borrada. Amelia ya no sabía si hacer un pequeño esfuerzo y conocer de nuevo lo que una vez supo, dejar todos estos deseos a un lado o encontrar otras alternativas.

Al principio Amelia pensó en que lo que decía su abuelo era rotundamente falso, cuando pasó la rabia y desilusión consideró ciertos aspectos que la desanimaron aún más. Su mundo es conformista y extremadamente olvidadizo, era lo que no se les podía quitar de la cabeza por más años que descendieran. Toda esa licuadora de sentimientos le complicó las cosas a tal punto que estuvo a muy poco de contagiarse de interés nulo y de vivir por instinto, si no fuera porque se escuchaba un bullicio mayor al acostumbrado en la calle. Se puso sus chanclas y salió a ver lo que ocurría. Sus ojos se agrandaron al ver a un nuevo anciano, nadie se lo esperaba, éste era diferente a los demás, todos lo presentían por su forma de llegar a sus vidas.

Luego de mucho pensar, la mente de Amelia le dijo que esto era lo que esperaba, un anciano diferente… sus ganas de conocerlo llegó al tope y salió casi que corriendo en busca de aquél hombre.

- Debes ponerle más cuidado a esa niña, se le está corriendo una tuerca – dijo Juan a la madre de Amelia.

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