EL SICARIATO EN COLOMBIA EN SU DIMENSION PSICOSOCIAL TIENE UNA RELACION DIRECTAMENTE PROPORCIONAL CON LA ANOMIA EN ROSARIO TIJERAS
Enviado por waltersurmay • 1 de Junio de 2014 • 3.172 Palabras (13 Páginas) • 621 Visitas
El Sicariato en Colombia ha estado determinado inicialmente como un típico fenómeno de concepción socio-económico motivado desde primer momento por la ausencia prolongada de las facultades de un Estado inoperante y la pobreza esparcida históricamente en el país. Esos factores posteriormente produjeron una anomia social, entendida bajo la lupa de Émile Durkheim como la incapacidad de la sociedad de establecer normas dado “que la sociedad es la encargada de integrar a los individuos que la forman y de regular sus conductas a partir de del establecimiento de normas”. El autor sostiene que si la sociedad cumple adecuadamente, tanto la colectividad como cada uno de sus miembros, lograrán un orden estable que les permita desarrollarse plenamente. Cuando esto no ocurre, y la sociedad cae en una situación de anomia, pierde su fuerza para regular e integrar a los individuos, pudiendo producirse consecuencias adversas tales como las descritas en la Rosario Tijeras. Más allá de lo descrito por Durkheim desde el punto de vista colectivo cuando el enuncia la incapacidad de la sociedad para proveer a los individuos lo necesario para cumplir las metas inherentes a su estructura, se refiere una evidente incapacidad real del individuo particular de servir bajo los fines colectivos de esa misma estructura. Este tipo de atrofias sociales, desencadenó principalmente lo que aborda este ensayo el Sicariato colombiano en primer momento, desde el contexto social, la coyuntura cultural y finalmente, lo que nos describe como anomia literaria la obra de Jorge Franco, Rosario Tijeras.
El fenómeno del Sicario en Colombia no corresponde característicamente a la concepción representativa del asesino a sueldo que tradicionalmente se le llamó sicario; El fenómeno del asesino a sueldo existe desde la antigüedad, no es algo nuevo. Remontándonos a tiempos de Jesucristo, por ejemplo, aludimos a los “Celotas”, un grupo de radicales que reivindicaban la independencia del Estado judío y luchaban contra la ocupación romana en Palestina. También eran conocidos con el sobrenombre de “sicarios”, de ahí el origen de la palabra, porque escondían entre sus ropas un pequeño puñal llamado “sica”, con el que asesinaban a cualquier oponente sin ningún tipo de miramiento. Aunque si seguimos retrocediendo en el tiempo y por curiosidad escarbamos en los anales de la historia, comprobaremos que existen otras múltiples referencias a mercenarios y asesinos, contratados por los señores de los grandes Imperios de la antigüedad: en la corte de los faraones del Antiguo Egipto, entre el ejército hoplita griego, en las falanges romanas, entre otros. El sicario colombiano es el individuo que proviene en muchos de sus casos de sectores marginales plagados de pobreza y pocas posibilidades que como producto de un sin número de falencias y ausencias reiteradas que van desde la educación y la salud hasta las más básicas concepciones morales y éticas propias de la estructura familiar, se encuentra en un medio hostil y desmesurado por el auge del narcotráfico, la propagación de la "industria" del secuestro, las mulas, la corrupción, la impunidad, la habitualidad y la apología al crimen y por supuesto al negocio de los asesinos a sueldo precisamente. A esto se suma una altamente publicitada Cultura del Facilismo, entendido en el argot popular como la consecución de determinados objetivos sin mayor esfuerzo o con la inversión del menor tiempo o recorrido posible, y en palabras del doctor Carlos Ángel Rangel correspondería decir que es una narco-cultura: “—algunos hablan, incluso, de una cultura del Narcotráfico o mafiosa, de una narco cultura, consistente en un conjunto de formas de vida auspiciadas y alentadas por el narcotráfico; —esta actividad ha conducido a un acelerado quiebre de las interrelaciones amistosas y familiares, y a una reafirmación de la seguridad, basada en la posesión de dinero con independencia de la forma como se obtuvo; — también, a una paradójica reactivación de una religiosidad contradictoria y ancestral, consistente en invocar ayuda celestial, trátese del negocio o de un asesinato. En suma, asistimos a un trastrocamiento y transmutación de la cultura, que no es casual ni coyuntural.” Entonces la concepción de Sicario en el contexto colombiano aborda mucho más que una problemática económica y gubernamental, un fenómeno de tipo socio-cultural y que además tiene profundas bases cimentadas en la Psicología de las masas y psicología del yo del psicoanalista Sigmund Freud que postula “Que Por influencia de la masa, un individuo experimenta una alteración en su actividad psíquica y por tal su rendimiento intelectual se disminuye y en proporción inversa su afectividad aumenta” , de este modo entendemos como la racionalidad de la persona es atrofiada en su aspecto más primordial cuando se toma la decisión de “ser sicario” entonces no solo es una motivación de tipo social a nivel del entorno y las condiciones imperantes sobre la ilegalidad y el camino fácil, sino que existen aspectos de tipo emotivo y afectivo que denotan en el individuo una predisposición hacia una actividad que no solo le garantiza un sustento, sino el respeto y la protección de sus seres queridos en un medio donde la seguridad personal y el bienestar depende de la individualidad y la capacidad de este para auto protegerse dentro de la anomia social imperante.
Partiendo entonces de que el fenómeno sicario-condición social no solo está limitado por factores culturales y políticos, sino psíquicos, abordamos la anomia literaria y la relación que tiene con la dimensión psicológica del sicario dentro del mismo transcurrir de la obra.
ROSARIO TIJERAS Y LA ANOMIA SOCIAL
La obra comienza con una plegaria que aunque pareciera un sutil oxímoron, se nos presenta como la agridulce antesala de la paradoja y la ironía en la que girara la obra; Paradoja, porque Rosario Tijeras encomienda sus pasos y sus actos en una bifurcación que oscila de víctima-victimario con tal frecuencia, que probablemente nunca queda claro si realmente el papel de heroína de Rosario, la convierte en un modelo positivo de supervivencia femenino o en una triste consecuencia de un medio en el que se encontró sumergida involuntaria y desafortunadamente; E Ironía por que suscitan los hechos con tal casualidad que parecieran ser contados por la misma Rosario, que no ahonda en detalles más por el contrario la descripción de los hechos es más un representación emotiva del complejo mundo en que transcurría la vida de Rosario Tijeras.
Aludir sin desproporción a la niñez y los comienzos de Rosario, es internarse en un aburrido génesis que involucraría detalles simples y llanos de la perspectiva psicológica en que la que Rosario como individuo actuante de la realidad,
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