ERNEST HEMINGWAY Las nieves del Kilimanjaro
Enviado por delsygarcia • 7 de Noviembre de 2022 • Documentos de Investigación • 9.810 Palabras (40 Páginas) • 86 Visitas
ERNEST HEMINGWAY
Las nieves del Kilimanjaro
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GALERÍA LITERARIA
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Caralt
tirantez de su relación con su esposa se va desvelando a través de los pensamientos que su febril imaginación hace brotar a borbotones. Este relato tiene justa fama de ser el paradigma. ejemplar de la narración breve.[pic 3][pic 4]
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La corta y feliz vida de Francis Macomber está en la mis[pic 6]ma línea, de Las nieves del Kilimanjaro, narrando las relacio[pic 7][pic 8]nes de pareja en un marco exótico y con un final trágico,[pic 9]
1 como trágicas son también las situaciones en El anciano Las nieves del Kilimanjaro del Puente y La capital del mundo, dos relatos ambientados en España. El primero es cronológicamente el último de
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los celona relatos a la del redacción libro y fue de enviado la revista por Ken—que telégrafo desde lo publicóBar- El Kilimanjaro es una montaña cubierta de nieve, de [pic 11]por primera vez— y narra la huida de la población civil 5.913 metros de altura, y dicen que es la más alta de tras la llegada de las tropas franquistas al Mediterráneo, África. Su nombre en masai es «Ngàje Ngài», La Casa[pic 12]
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en abril de 1938. El segundo ahonda en el tema taurino, de Dios. Cerca de la cima se encuentra el esqueleto seco y [pic 14]una de las pasiones del escritor. [pic 15] helado de un leopardo, y nadie ha podido explicar nunPara terminar, Allà en Michigan es la historia de una ca qué buscaba el leopardo por aquellas alturas. ilusión amorosa, es la historia de Liz y Jim.[pic 16][pic 17]
—Lo sorprendente es que no duele —dijo—. Así se [pic 18]sabe cuándo empieza.
—¿De verdad?
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—Absolutamente. Aunque siento mucho lo del olor. [pic 20][pic 21]No se puede evitar, y debe molestarte, ¿no?
—iNo! No digas eso, por favor.
[pic 22]—Míralos. ¿Será la vista o el olor lo que los atrae?
[pic 23]El catre donde yacía el hombre estaba situado a la sombra de una ancha mimosa, Ahora dirigía su mirada hacia el resplandor de la llanura, mientras tres de esas
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grandes aves se agazapaban en posición obscena y otras doce atravesaban el cielo, provocando fugaces sombras al pasar.
—No se han movido de allí desde el día en que nos [pic 26]quedamos sin cam1Ón —dijo—. Hoy, por primera vez, han bajado al suelo. He observado que al principio han volado con precauc1Ón, como si temieran que qulslera cogerlas para mi despensa. Y es gracioso, porque ocurrlrá justo lo contrario.
—Ojalá no fuese así.
—Es un decir. Si hablo, me resulta más fácil soportarlo. Pero no lo hago para molestarte, por supuesto.
—Ya sabes que no me molesta —contestá ella—. iMe pone tan nerviosa no poder hacer nada! Creo que deberiamos calmarnos hasta que llegue la avioneta.
—O hasta que no llegue...
—Dime qué puedo hacer. Te lo ruego. Ha de haber algo que yo pueda hacer.
—Puedes llevarte la pierna, eso los detendría, pero lo dudo. Tal vez será mejor que me mates. Aprovecha ahora que tienes mejor puntería. Yo te enseñé a dispa- [pic 27]rar, ¿no?
—No me hables así, por favor. ¿Quieres que te lea algo?
—¿Leerme qué?
—Cualquier libro de los que no hayamos leído. Han quedado algunos.
—No podría prestar atenciÓn. Hablar es más fácil.
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Así podemos discutir y eso no deja de ser un buen pasatiempo.
—Para mí no. Yo nunca quiero discutir, y sera mejor que no lo hagamos más. No demos mas importancia a mis nervios, tampoco. Quizá vuelvan hoy mismo con otro cam1Ón. Tal vez llegue la avioneta...
—No quiero moverme —manifesté) el hombre— [pic 28]Ahora ya no vale la pena; unicamente lo haría si supiera que con ello te ibas a sentir mejor.[pic 29]
—Eso es hablar por cobardía.
—¿No puedes dejar que un hombre muera lo más tranquilamente posible, sin insultarlo? ¿Qué ganas con [pic 30]abroncarme? [pic 31]
—Es que no te vas a morir.
—No seas tonta. Ya me estoy muriendo. Pregunta a esos cabrones —y levantá la vista hacia los enormes y repugnantes pájaros, con las cabezas peladas hundidas entre las abultadas plumai. En aquel instante bajó otro y, después de correr con rapidez, se acercÓ lentamente hacia el grupo.
—Siempre están cerca de los campamentos. Ni te das cuenta de que están. Además, no te morirás si no te abandonas...
—¿Dónde has leído eso? iEres rematadamente estúpida!
—Podrías pensar en los demás.
—iPor el amor de Dios! —exclamÓ—. Eso es lo que he estado haciendo.
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Luego se quedó quieto y callado durante un rato y [pic 32]miro, a través de la cálida luz trémula de la llanura, la zona cubierta de arbustos. Por momentos, parecían gatos salvajes, y, más lejos, divisó una manada -de cebras, [pic 33]blanca contra el verde de la maleza, Era un campamento precioso, sin duda. Estaba situado bajo grandes árboles y al pie de una colina. El agua allí era bastante buena y en [pic 34]las cercanías había un manantial casi seco por donde los guacos de las arenas volaban por la mañana. [pic 35]
—¿No quieres que te lea, entonces? —preguntó la mu[pic 36]1er, que estaba sentada en una silla de lona, junto al catre—. Se está levantando brisa. —No, gracias.
—Quizá venga el camlon...
—Al diablo con el camión. Me importa un comino. —Pues a ml SI me importa.
—A ti también te importan un bledo muchas cosas que para mí tienen valor.[pic 37]
—No tantas, Harry.
—¿Qué te parece si bebemos algo?
—Te hará daño. Te dijeron que debías evitar todo contacto con el alcohol. No te conviene.
—iMolo! —gritó él.
—Sí, Bwana.
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