El León Preso Y El Labrador
Enviado por yessicacarias • 15 de Octubre de 2013 • Ensayo • 509 Palabras (3 Páginas) • 379 Visitas
EL LEÓN PRESO Y EL LABRADOR
Un león entró una vez en el establo de un labrador. El hombre, con la pretensión de tomarlo prisionero, cerró la puerta. El león, al darse cuenta de que no podría salir de allí empezó por comerse un carnero, luego una vaca y, por fin, varios bueyes.
El labrador, temiendo que su vida corriera peligro, le abrió la puerta. El animal se fue y la señora del labrador al oír que éste se quejaba dijo:
–Te mereces lo que te pasa por haber querido encerrar a una fiera a la que de lejos nomás debiste temer.
Lo mismo les ocurre a los que provocan a otros que tienen más fuerza y poder que ellos.
LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO
Un hombre tenía una gallina que todos los días ponía un huevo de oro. Como era ambicioso empezó a pensar en que el animal debía tener en su interior una gran barra de oro. Entonces decidió matarla para sacar la barra y se encontró con que la gallina era exactamente igual a todas las de su especie.
Por alcanzar de una vez toda la riqueza perdió inclusive lo poco que tenía.
Debemos contentarnos con los bienes que poseemos y no codiciar insaciablemente riquezas imposibles.
LA LAMPARA
Una lámpara rebosante de aceite lanzaba una luz hermosísima y se vanagloriaba de brillar más aún que el sol. Un momento después una ráfaga de aire la apagó. Su dueño volvió a encenderla y dijo:
–Alumbra cuanto quieras, lámpara, pero no te compares. El resplandor de los astros no se eclipsa tan fácilmente.
Cuando se goza de cierta fama no hay que dejarse cegar por el orgullo, porque todo lo que se adquiere se puede perder.
EL CABALLO Y EL ASNO
Un hombre tenía un asno y un caballo. Cierta vez iba con sus dos animales y durante el camino el asno le dijo al caballo:
–Si en algo valoras mi vida hazte cargo de una parte del peso que llevo.
El caballo se hizo el sordo y el asno, vencido por la fatiga se desplomó, muriendo al instante.
El dueño levantó toda la carga y la puso encima del caballo, añadiendo además la piel del asno, pues deseaba conservarla.
El caballo, agobiado por el peso, se lamentaba: –¡Qué poca suerte! No quise cargar con una
parte y ahora me toca llevarlo todo, inclusive la piel del asno.
Cuando los grandes aceptan compartir con los pequeños las dificultades, éstas se hacen más soportables para ambos.
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