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El Ogro Y La Niña


Enviado por   •  12 de Enero de 2014  •  346 Palabras (2 Páginas)  •  565 Visitas

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EL OGRO Y LA NIÑA

Autor: Felipe Antonio Santorelli

-¿Sería tan amable, de darme una moneda?

Es tarde y hace frío, no para de llover,

me asusta aquel mendigo, tirado en la vereda,

la panza me hace ruido, no tengo qué comer.

-¿Cómo es que me molestas? Dinero no me queda

llevo mucha prisa, pues tengo que correr;

no quiero detenerme, la vida se me enreda;

si pierdo mi trabajo, me bota mi mujer.

-Discúlpeme por favor, no quise ser cargosa

los chicos; casi siempre, sabemos molestar.

¿Me acepta un regalito? Hoy me encontré esta rosa,

yo sé que a su señora la flor le va a gustar.

La niña lo miraba sonriendo deliciosa,

el ogro, frunce el ceño y se apresta a replicar:

-¡Ah infanta descarada!; ¿qué rosa ni qué rosa?

y ajándole el retoño, comiénzala a insultar.

Pequeña y aterrada, temblando por el frío,

con lluvia en sus ojitos la niña respondió:

-¿Por qué rompió mi rosa? Era un regalo mío,

la flor era tan bella y ahora se murió.

La niña desvalida, mojada y temerosa

observa con espanto al viejo malgeniado,

pero ya es tanto el hambre; que llora neblinosa

mientras el hombre engulle; un nudo, consternado

y lágrimas que asoman de su alma tenebrosa

que ablandan; poco a poco, su duro corazón.

El viejo; genuflecto, al fin entra en razón.

Carita sin sonrisa, de ojitos inundados

extiende su manito rozando con su miel

al rostro del buen hombre que oculta, avergonzado,

los restos de la rosa, molida en el papel.

Sutil y con ternura desarma su pasado

vibrando, entre sollozos, le cuenta con temor,

y esconde su mirada, rasgada de dolor.

-Mis papis hace un año, al cielo se han marchado,

mis días son oscuros, amargos como hiel,

me duermo en este saco, mugriento y remendado

el frío me castiga, helándome la piel.

El hombre entre sollozos, dolido y enfadado

con este mundo horrible, con este mundo cruel

se sienta y bisbiseando trata de hablar pausado

y entre tartamudeos le da un abrazo fiel:

-No llores niña linda, no gimas por favor,

si quieres yo te llevo cargada a mi vergel.-

Extiende los bracitos, donándole su amor

y cual su hija fuera; se va a vivir con él.

El ogro ya no es ogro, poniéndose a cantar

la carga entre sus brazos, llevándola a su hogar.

...

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