El Quijote de la Mancha, una mirada realista

El Quijote de la Mancha, una mirada realista.

El Quijote de la Mancha, este noble personaje que se insertó físicamente en su tiempo, pero imbuido de otro tiempo y otra realidad, nos lleva por los caminos de la comprensión del enfrentamiento entre las realidades que se debe intentar comprender. Es una persona que se debate entre un mundo cuya realidad es brutal e incomprensible y otro donde piensa encontrar los valores que considera válidos. Pero al mismo tiempo, vive en un sueño creado para apartar la mirada del sufrimiento palpable; su tragedia es la de una existencia aparentemente absurda que actualiza la rebelión frente a la injusticia. Pero en pocas ocasiones se ha abordado en esta novela la cuestión de lo real y lo imaginario, y menos aún, si lo imaginario no es también dominio de lo real (Cervantes Saavedra).

Leer Don Quijote de la Mancha, como cualquier obra significativa, puede ayudarnos a escapar de la realidad. Sin embargo, nuestra mirada persiste en leer los acontecimientos de la figura central; que nos puede representar en la realidad de nuestra vida diaria. Así puedo decir que Don Quijote perdió todo menos su razón. En términos generales, no es más que el establecimiento de un mundo diferente que funciona con una lógica propia, que no se corresponde con la nuestra, con lo que culturalmente hemos aceptado que es la realidad y, por tanto, la razón. La reflexión intenta diferenciar la realidad real de otros niveles de realidad. Cuando digo el tópico de la realidad real, lo uso para referirme a la realidad de la vida cotidiana, aquella que los seres humanos han aceptado como real. Por tanto, lo real será lo que vivamos a diario. La ficción es otro tipo de realidad utilizada por la narración, que es la creación de un mundo diferente, pero posible. Así, la ficción no es un mundo de mentiras, ya que es otro mundo, comparable al mundo de los sueños, que establece sus propias reglas y lógica de funcionamiento, pero anclado en la realidad del mundo cotidiano. En otras palabras, el mundo de la ficción construye su propia realidad con elementos del mundo que todos los días lo hacen creíble. En este sentido, la ficción tiene una verdad propia que no se rige por la veracidad, como el periodismo o la ciencia (Arenas Martínez, 2012).

Por lo tanto, considero importante determinar que Don Quijote de la Mancha es una obra de ficción y, porque, constituye su propio mundo, que se construye con elementos de la realidad cotidiana del autor Miguel de Cervantes Saavedra. Así que, la realidad de la novela no es la del mundo cotidiano, sino que es diferente. Sin embargo, en un primer análisis observo que dentro de la ficción de la novela hay dos niveles de realidad: uno, el de la vida cotidiana de los personajes y el otro consistente en lo que para los personajes del texto es la locura de Don Quijote, un mundo construido a partir de novelas caballerescas. La realidad ficticia de las novelas caballerescas ya está muy alejada del mundo cotidiano de Alonso Quijano, así como del de Cervantes, pero el primero planea resucitar novelas caballerescas que nunca existieron en la vida cotidiana. Sin embargo, Don Quijote les atribuye la veracidad de la ciencia de la historia, y como los valores en ella ya no existen, planea reactivarlos (Arenas Martínez, 2012).

Por otro lado, lo que realmente importa en Don Quijote es cómo se tocan los personajes, cómo interactúan los sujetos y cómo la experiencia del encuentro tiene un intercambio verbal como momento central. Allí, está claro que no se trata de una sola verdad, sino de varias verdades. Para Cervantes, todos los plausibles están legitimados, transformando lo cómico en sublime, legitimando la lucha por los ideales y colocando al pueblo en una dimensión seria y digna. La proposición central de este escrito es el reconocimiento de que el acto artístico revolucionario de Cervantes fue integrar un conjunto de géneros canónicos elevados, sublimes, cultos, con otro conjunto de géneros bajos, populares, orales y marginales (Cervantes Saavedra).

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