El Relato Picaresco En Las Anécdotas De Armando Incer Barquero
Enviado por Michael79 • 22 de Octubre de 2013 • 773 Palabras (4 Páginas) • 336 Visitas
El relato picaresco en las anécdotas de Armando Incer Barquero
Tesis: El relato picaresco forma parte esencial en las anécdotas de Armando Incer Barquero.
El doctor Armando Incer Barquero, nos relata a través de sus anécdotas algunas vivencias que recogen la mentalidad de la población boaqueña, pero retoma como hilo conductor de las historias el relato picaresco.
El relato picaresco es una corriente literaria muy antigua que pretende narrar un hecho empleando el humor o con cierto tono de ironía en el lenguaje. El más famoso ejemplo de este tipo de relatos es el Lazarillo de Tormes, de autor anónimo y de la época del renacimiento.
La primera anécdota del doctor Incer Barquero “Magdalenas, Magdalenas” y la que se titula “Sacrificios” tienen una semejanza, y es que ambas guardan la parte cómica para el final; en la primera, las dos hermanas que tanto lloraban reciben el apodo de “Magdalenas, Magdalenas” y ninguna se da por aludidas, hasta que de tanto ser llamadas así, una de ellas reclama “_cho!!! Ni conozco a esas jodidas” . Lo que demuestra que nunca antes habían oído hablar de Santa María Magdalena, discípula de Jesús, quien lloró hasta su muerte y después le vio resucitado. Lo mismo pasa con el “Sacrificio” que no es más que la desgracia de un señor que vivió siempre deseoso de poder comer como rico y para ello recogió dinero, cuando lo llegó a tener en abundancia ya no podía disfrutar a su gusto con sus comidas predilectas por la sencilla razón de que ya no tenía dientes.
La anécdota de “Las monedas” comienza con una seria exposición de numismática, es decir del estudio de las monedas, y para los que no sabíamos o no entendíamos eso del peso y sus derivados, el relato es muy claro y atractivo, desde el punto de vista histórico, pero no se pierde la picardía porque después nos habla de un niño, cuya madre le daba dos monedas para ir a misa los domingos y fiestas de guardar, una para darla de limosna y otra para que se comprara un dulce, pero como le aconteció que un día de esos se le fue una moneda en un albañal, prefirió hacer de cuenta que esta era la moneda de la limosna y así no perder la suya, su expresión es cómica porque dice: “¡Qué lástima, se perdió la monedita del Señor!”
El relato que mantiene más tiempo la comicidad es la desventura del niño que perdió el billete de a peso, en la anécdota “El viejo y el niño” porque resulta que a este, cuando se le pierde el peso sale en su busca, pero se topa con un viejo que supuestamente se las sabe todas y empeora las cosas porque le aconseja que deje ir el otro billete que lleva en la mano para que los lleve donde está el anterior, lo cual no sucede y en lugar de ser uno, son dos los billetes que el pobre chavalo perdió.
A continuación tenemos la anécdota de “visitas de animales”, ella tiene dos historias en una, primero el asombro que les
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