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El cedacero


Enviado por   •  23 de Febrero de 2014  •  Informe  •  3.623 Palabras (15 Páginas)  •  864 Visitas

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El cedacero

Vamos a leer, para comenzar el día, algo cortito, divertido e interesante. Hoy será uno de esos cuentos que van pasando de generación en generación. Capaz que algunos de ustedes ya lo conocen.

Este cuento que les voy a contar me lo contaron mis grandes ¡y a ellos ya se los habían contado!

Trata de un hortelano que tenía tres hijos y una huerta muy grande donde cultivaba toda clase de árboles frutales… todo lo que puede caber en una huerta.

Los tres niños llevaban a vender la fruta cada semana al mercado del pueblo y con lo que ganaban vivían todos felices.

Pero ahí tienen ustedes que un día, camino del mercado, se encontró el niño mayor a un viejecito que luego que lo vio le dijo: –Buen niño, dime, ¿qué llevas en tu costal?

Y el niño de malcriado le contestó: –¡Piedras!

–¡Pues piedras se te volverán! –le dijo el viejecito.

Y como les voy diciendo, pasó el segundo de los hijos del hortelano y como al primero, el viejecito le preguntó: –¿Qué llevas en tu costal, buen niño?

–¿Qué he de llevar? ¡Piedras! –le contestó el niño.

–¡Pues piedras se te volverán! –le dijo el viejecito.

Pasó luego el niño menor y al preguntarle el viejecito que era lo que llevaba, el niño le contestó:

–¡Naranjas!

–¡Pues oro se te volverán! –le dijo el viejecito– así fue, pues cuando los niños llegaron al mercado y quisieron poner su puestecito, el niño mayor no encontró más que piedras en su costal; lo mismo le pasó al segundo; en cambio, cuando el niño menor abrió su costal encontró en vez de naranjas puras onzas de oro.

Entonces, ¡que cierra el costal! y coge camino para su casa.

Cuando llegaron del mercado los dos hermanos mayores, el hortelano les pidió los centavos de la venta y los niños tuvieron que contarle el castigo que habían recibido del viejito, por mentirosos.

Estando en esas llegó el niño menor.

El costal que traía sonaba que parecía música y al abrirlo, para entregarle a su padre el dinero, rodaron tantas onzas de oro que no pudieron contarlas.

Por lo que desde entonces los dos hermanos mayores quedaron muy resentidos.

Y ahí los dejamos con su sentimiento.

Una historia donde al bueno le va bien, y a los majaderos les va como en feria.

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Teresa Castelló Yturbide, “El cedacero” en Cuentos de Pascuala. México, SEP-FCE, 1997.

Lectura con 390 palabras.

Maravillas

En este cuento, la lectura es un boleto para llegar a otros mundos. ¿Dónde quieren ir? La lectura puede llegar a cualquier lado; todo depende de que escojamos el libro indicado.

Había una vez un reino que brillaba cada vez que los adultos les contaban a sus hijos las historias que habían aprendido cuando ellos eran niños, y cada vez que los niños recordaban o repetían esas historias. Éste era, y es, un hermoso lugar. Cuando la gente deja de leer, sin embargo, se vuelve el país más gris y triste del mundo.

Una vez esta región, que se llama Maravillas, estaba viviendo una época de melancolía porque había aparecido por ahí una maquinita que se llama televisión, la cual no permitía que los niños cruzaran la frontera para entrar a Maravillas. Eso hacía el país más pequeño y a los niños empezaba a teñirlos de un extraño color gris. Así pasó por algún tiempo, pero parece que ahora las cosas empiezan a cambiar porque cada vez hay más niños que cada vez que pueden, y eso es todos los días, cruzan la frontera a Maravillas. Como ustedes lo saben, el pase para entrar al reino de Maravillas se llama lectura.

Siempre he pensado que los unicornios sí existen. Que esos seres de prodigioso cuerno todavía buscan lugares aislados para abrevar, alimentarse y descansar. Los veo aproximándose, paso a paso a los lagos escondidos en medio de los bosques, levantando cautelosos la punta de su cuerno.

Es probable que yo haya leído, cuando niña, alguna historia donde aparecía este animal fantástico. O quizás algún pariente o amigo de la familia nos haya mostrado un libro con ilustraciones en donde yo vi por primera vez a los unicornios. El caso es que me apasioné por esa maravilla y ahora, muchos años después, tengo confianza en que los unicornios existen en algún lugar de este planeta.

Tú, ¿qué piensas?

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Marinés Medero, “Maravillas” en De maravillas y encantamientos. México, SEP. 2000.

Lectura con 317 palabras.

Jorge y Gloria

“Jorge y Gloria eran novios. N-o-v-i-o-s. ¡De veras! Eran novios tan secretos –tan completamente en secreto– que después de un tiempo TODOS lo sabían.”

Las historias de amor casi siempre son muy interesantes. Quizás porque tienen algo de misterio que se antoja descubrir: las emociones de los demás. Más aun si se trata de niños. ¿Qué sienten los novios? ¿Cómo es el amor entre niñas y niños? ¿Entre ellos, siempre se aman igual?

La primera mirada, el primer contacto, son una aventura. El encanto con el cabello y la mirada de ella, el arrobamiento con las palabras de él. Y... lo más emocionante, entre otras cosas, ¡el primer beso!

“La primera vez que se besaron fue detrás de unos arbustos en el parque. Encima de ellos colgaba la luna en un árbol. Los ángeles cantaban a lo lejos. Parecía que...”

Aunque al principio todo parece felicidad, algo inesperado sucede, sin lugar a dudas:

“Gloria miró: el perro se levantó y puso las patas delanteras en los hombros de Jorge y movió la cola como un huracán. El perro lamió a Jorge en la cara. El perro lo lamió y

borró los besos de Gloria, y Jorge se lo permitió. Gloria sintió frío en su mano, aunque la había cerrado sobre la mano ausente de Jorge.”

En este libro como en muchas historias de amor, a pesar de los pesares, el final puede ser ¡muy, muy interesante! Tanto que en la cabeza ronda una pregunta de pocas palabras y mucha adrenalina ¿qué hacen unos novios, Jorge y Gloria, solos en el parque?

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Tormod Haugen, “Jorge y Gloria” en Amor y dolor. México, SEP-Fundación Juan Rulfo, 1999.

Lectura con 261 palabras.

Trabajar en el espacio

Podemos leer cuentos, o poemas, o libros de historia, o textos sobre ciencia, sobre

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