El ensayo literario. ¿Es realmente un tipo de ensayo?
Enviado por gils • 7 de Junio de 2013 • 684 Palabras (3 Páginas) • 493 Visitas
ensayo literario es un tipo de ensayo caracterizado por una redacción subjetiva. El escritor concede mucha importancia al estilo con el que redacta su obra. Por ende, se destaca por poseer un matiz estilístico o poético.
El ensayo literario y el ensayo como género literario.
Algunos autores hablarán del ensayo como género literario. En este artículo se utiliza dicha expresión para hacer referencia a un tipo específico de ensayo, y no a un género de redacción.
El ensayo literario. ¿Es realmente un tipo de ensayo?
Cabe recordar que el ensayo es un género esencialmente libre. No puede hablarse de un tipo cerrado de ensayo literario. Todo ensayo puede también contener una redacción más científica y al mismo tiempo literaria.. Todo está en manos del escritor.
Algunos teóricos afirman que el ensayo literario concede gran importancia al estilo en que está redactado. Por ende, en el ensayo científico o argumentativo se centra más en la construcción de sus fundamentos, en la documentación que proporciona para fundar sus argumentos.
En cambio, en el ensayo literario, el escritor no se preocupa enteramente de exponer una idea con la intención de convencer al lector de su posición. Puede que sí lo haga, puede que no.
Algunos ensayos de Octavio Paz, Esteban Echeverria o José Ingenieros se caracterizan por presentar una redacción con un gran cuidado en el estilo, en el manejo de recursos retóricos como la metáfora, y otros.
En cambio, un ensayo de Stephen Hawking está más lejos de ser catalogado como un ensayo literario, en razón, por un lado, del tema que dicho autor desarrolla y por supuesto, por el estilo que ha utilizado para redactarlo.
Ejemplos de ensayos literarios
El hombre mediocre, de José Ingenieros
La Rutina es un esqueleto fósil cuyas piezas resisten a la carcoma de los siglos. No es hija de la experiencia; es su caricatura. La una es fecunda y engendra verdades; estéril la otra y las mata. En su órbita giran los espíritus mediocres. Evitan salir de ella y cruzar espacios nuevos; repiten que es preferible lo malo conocido a lo bueno por conocer. Ocupados en disfrutar lo existente, cobran horror a toda innovación que turbe su tranquilidad y les procure desasosiegos. Las ciencias, el heroísmo, las originalidades, los inventos, la virtud misma, parécenles instrumentos del mal, en cuanto desarticulan los resortes de sus errores: como en los salvajes, en los niños y en las clases incultas. Acostumbrados a copiar escrupulosamente los prejuicios del medio en que viven, aceptan sin contralor las ideas destiladas en el laboratorio social: como esos enfermos de estómago inservible que se alimentan con substancias ya digeridas en lo frascos de las farmacias. Su impotencia para asimilar ideas nuevas los constriñe a frecuentar las antiguas.
Apología del matambre, de Esteban Echeverria.
Un
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