El hierbero
Enviado por Rosalia Mares • 6 de Diciembre de 2017 • Trabajo • 881 Palabras (4 Páginas) • 127 Visitas
Hierbero
Acerca la burra de pelaje pardo, orejas puntiagudas y pezuñas de acero le encima el desgatado suadero y la vieja silla labrado a mano de madera de mezquite, amarra muy bien el guaje enmohecido con agua del pozo y la saca de ixtle con las gordas repletas de frijoles y chile rojo para almuerzo, El sol casi se asoma tras el cerro de Buenavista. El abuelo se prepara para dar inicio un nuevo día de trabajo, sorbe un buen jarro de agua miel recién sacada del maguey bronco, con su mano izquierda limpia su boca, se acomoda su sombrero y ciñe su pañuelo al cuello, se apresura a montar la burra parda, quien solo lo mira con ansia, en tanto la monta sale a todo galope de la casa conoce bien el camino, esta enfila hacia la loma de la peña, es un buen día para recoger el simonilllo el gordolobo y algo de ajenjo, el roció de la mañana baño las florecillas y las hojas lo que facilita la recolección .
Un día cualquier de un fresco otoño, el abuelo da inicio a la recolección de las hierbas medicinales ya casi paso la época de lluvias durante la cual el mismo recorrió los llanos y lomas para atestiguar el crecimiento y desarrollo de las hierbas y arbustos con el fin de ubicar los mejores crecimientos para la cosecha.
Después de recorrer por un buen rato un sin fin de veredas y caminos angostos con paso lento pero seguro la burra lo lleva hasta lo alto del cerro , la resguarda bajo un viejo y frondoso huizache, cuelga de este el guaje Con agua y la saca con las gordas para el lonche, toma su costal de yute y su machete , minuciosamente troza las ramas maduras y con florecillas de gordolobo, selecciona las ramas tiernas de simonilllo, sin flor, la flor la dejara para la semilla del año entrante, retaca varios costales y los acerca bajo el huizache, ya entrada la tarde suspende la recolección y acerca algo de leña, enciende la fogata para calentar el almuerzo, esparce las brasas grandes y quemantes y sobre estas deja caer una a una las gordas rebosantes de frijoles , sentado sobre una piedra cómodamente saborea su delicado banquete, tras un buen sorbo de agua del enmohecido guaje, reposa su comida por un rato más durante el cual recrea su vista con un sin finde florecillas silvestres , aves e insectos que amenizan en el momento.
Satisfecho por su cosecha de hierbas medicinales, se dispone a retirarse apaga su fogata y carga los costales sobre los lomos de la burra y de un brinco se encarama sobre el lomo de ésta el también. Y enfilan de regreso a casa, el sol vierte sus rayos en el horizonte.
Al fin llega a casa descarga los tales, y pacientemente esparce las hierbas sobre unas camas de varas secas de sauce, para su secado abajo de un frondoso mezquite, para después elaborar pequeños manojos del grueso de su puño, amarrados con un hilo de ixtle de maguey que el mismo prepara, el resto lo pica con su machete sobre un trozo de madera, sentado sobre el pequeño el escalón de piedra lisa de la puerta de la cocina, rama por rama pica uniforme y pacientemente, como desde hace años atrás.
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