El payaso de gran corazón
Enviado por santy134 • 9 de Julio de 2013 • Ensayo • 1.198 Palabras (5 Páginas) • 851 Visitas
El payaso de gran corazón
Había una vez un hombre que vivía en un pueblo donde siempre se había dedicado a hacer feliz a todos sus habitantes vistiéndose de payaso y gastando bromas.
El caso es que los años fueron pasando y finalmente acabó dejando lo que más le gustaba en este mundo porque ya no se encontraba en condiciones de continuar.
Esto hizo que poco a poco la gente lo fuese olvidando, y las nuevas generaciones se fueron renovando de tal forma que varios años después ya prácticamente nadie sabía quién era ese hombre.
Un día, decidió volver a enfundarse su nariz y salir a un parque para hacer reír de nuevo a la gente, ya que echaba de menos ver la sonrisa en los rostros de sus vecinos.
Cuando empezó a actuar, muchas personas que habían a su alrededor empezaron a mirarlo de forma extraña. Los padres empezaron a recoger a sus hijos del parque y les dijeron que nunca se acercasen a ese payaso.
Después de varios días intentándolo, finalmente el hombre se dio por vencido y se sentó en un banco donde empezó a llorar. En ese mismo instante, un niño pequeño se acercó y le regaló una flor que había cogido del mismo parque.
Aquí fue cuando este entrañable anciano se dio cuenta de que todo no estaba perdido, ya que en el corazón sincero de los niños, siempre existirá esa sonrisa que, aunque no la vea, siempre seguirá buscando.
Mi reflejo
Brailyn GARCÍA TRIMIÑO________________________________________
Adoro a los espejos. ¿Imaginas la vida sin ellos?
No es vanidad, pero si no estuvieran, si de pronto dejaran de existir, habría un caos.
No me refiero al simple, vulnerable y gastado acto de reflejar nuestras caras y cuerpos en ellos, sino de cuestiones del alma.
Sería como quemar una parte importante de nuestra vida.
Las fotos son buenas, pero recuerdas la primera vez que te miraste a un espejo. Tal vez no te acuerdes pero él sí, él no olvida: la primera sonrisa, el primer uniforme, el llanto más agudo, el suspiro más hondo.
Los diarios son buenos, pero alguien los puede descubrir; entonces se enterarían de lo que jamás hubieras querido que nadie supiera: el primer amor, el primer beso, los horrores de tu cuerpo, o la inconformidad con la propia vida.
Los amigos también son buenos; pero cuántas veces deseabas estar solo para meditar un poco y organizar tus pensamientos, esos que te llenan la cabeza producto del común ciclo vital, sin encontrar solución alguna.
Ahí estaban entonces, solos, tú y el espejo. Listos para desaparecer juntos, tú en él, y salirte de ese sitio, al que a veces no quisieras regresar, y encontrar el mundo imaginario, donde la vida tiene matices.
Hace 35 años en mi casa vive un espejo. Adoro a los espejos. Este es diferente.
Hace días que no me reflejo en él, será que lo encuentro obsoleto. O más bien creo que no se acuerda de mí, que no me quiere.
Es cierto que hace tiempo que no hablamos. Pero tiene que entender que yo crecí, que ya no le puedo dedicar el mismo tiempo que antes; he madurado, y mi sonrisa a pesar de la corta edad está aburrida, se siente cansada. Es que ya no río igual, lloro menos y sueño más.
¿Pero seré egoísta? He tenido fotos, diarios y amigos, y todo ha pasado, pero él sigue ahí, reflejándome cada día, pero sin intercambiar palabra alguna.
Por eso hoy no me reflejé en el espejo de mi cuarto, el que me acompaña desde hace tanto tiempo. Hoy me vi, hoy solo me vi, y también le hice un regalo. Le obsequié una oveja fluorescente. ¡Sí! Cuando todo se
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