El último de día de mi tranquila vida

El último de día de mi tranquila vida

Hace no mucho tiempo, para ser exactos el 12 de enero del 2017 yo Andrea Smith estaba como todos los días sentada en mi silla en el salón de clases de la más prestigiosa escuela de toda la costa este, el Colegio Saint Adams, esperando a mi profesor.

Mientras tanto, pensaba en cómo era mi vida hasta ese entonces, mis pensamientos habituales se basaban en: por qué no tengo amigos, por qué soy muy callada y por qué tengo que ser la “matadita” del salón, cuando en realidad prefiero ser popular, como el mejor grupo de la escuela. En ese grupo están Justin, Sebastián y el chavo más guapo, agraciado y atractivo de todo el lugar: Diego Corderoi.

Admito que soy muy tímida, ya que Diego solo me habla para pedirme las tareas, eso hace que me pregunte qué pasaría sí me hablara para algo más, ese día estaba muy cerca. Al día siguiente, Diego se me acercó y me dijo

– Smith ¿quieres ir a una fiesta en mi casa hoy en la noche?, toda la escuela asistirá, es a las 10 – dijo seriamente.

Yo no sabía qué decir, solo le contesté con voz temblorosa – claro me encantaría.

Él me miró raro, pero al final contestó – Perfecto, te veo al rato. Después de decirme eso se fue.

Llegué a mi casa y saludé a mis padres Samuel y Lucía, entre corriendo a mi cuarto para cambiarme y hacer todas las tareas que tenía para poder ir a la fiesta, el problema es que tenía que pedirles permiso a mis padres y ellos son muy estrictos conmigo.

Cuando llegó la hora de cenar mis padres comenzaron a hablar de su día hasta que mi madre preguntó

– Hija ¿cómo te fue hoy?, ¿ocurrió algo interesante?

En ese momento pensé – es mi oportunidad.  Aclaré mi garganta y les dije

– Mi día estuvo tranquilo, lo único interesante fue que me invitaron a una fiesta. Mi padre me miró asombrado y me dijo

–¿planeas asistir?

Y le respondí lo más segura posible – solo si me dan permiso. Mis padres se miraron y asintieron con la cabeza.

Entonces mi madre dijo – está bien Andrea puedes ir, ten mucho cuidado.

 Mi corazón se aceleró como un auto deportivo a 1000 km/h, lo único que pensaba era – ¡iré a una fiesta de noche! -, y les dije -gracias por dejarme ir, los quiero.

Terminé de cenar y corrí hacia mi cuarto a buscar la ropa que me pondría hasta que encontré un hermoso vestido rojo que solo me había puesto una vez. Después de arreglarme eran las 9:30 p.m., me despedí de mis papás y me dirigí a la fiesta.

Una vez ahí lo primero que hice fue buscar a Diego para que me viera con ese hermoso vestido, caminé por toda la casa hasta que lo encontré, estaba sentado en un sillón junto con sus amigos al lado de un mini bar. Pasé disimuladamente por ahí para ver si me hablaba y escuché que gritó

–¡Smith ven aquí, te ves muy guapa hoy! -.

Al escuchar sus palabras mi cara se puso roja, traté de ocultarlo y le respondí – ¡ya voy, por cierto, también te ves muy guapo! –. No podía creer que le había dicho eso.

Después de varias horas los amigos de Diego, Justin y Sebastián me dijeron

–Andrea, ¿Por qué no tomas algo? –.

No quería desencajar así que tomé dos cervezas y eso fue suficiente para embriagarme, fue ahí cuando Diego me dijo preocupado

– Smith ¿estás bien? –.

Y sin pensarlo le dije – Muy bien.

Al escuchar eso Diego saco una mirada pícara y me dijo – ven Smith acompáñame –.

Entramos a una habitación, luego de eso solo recuerdo que me llevó a mi casa, subí las escaleras, me recosté en mi cama y me dormí.

El fin de semana transcurrió como cualquier otro, aburrido. El lunes me levanté y me alisté para ir a la escuela. Ahí esperé a que mi profesor llegara, Diego no llegó ese día; pasaron tres semanas y no aparecía, le pregunté a los profesores y a sus amigos, pero fue en vano.

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